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FRANCIA

Crítica: Amélie et la métaphysique des tubes

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- La cinta de animación de Maïlys Vallade y Liane-Cho Han sigue a una niña belga que vive en Japón a finales de los años sesenta, y muestra la entrañablemente excéntrica manera en que procesa el mundo

Crítica: Amélie et la métaphysique des tubes

Son pocos a quienes no les entusiasma el chocolate blanco belga, pero para la pequeña Amélie, de dos años (con la voz de Loïse Charpentier), su primera cata provoca un milagro, concediéndole por fin conciencia y habilidades interpersonales. El primer bocado, ofrecido por su cariñosa abuela Claude, que ha venido a visitarla, catapulta a la niña desde su cuna a una “pose de poder” habitual en el mundo del anime, con colores radiantes y líneas de movimiento animadas en plena vorágine. Este es el estilo rococó, pero elegante, de Amélie et la métaphysique des tubes [+lee también:
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entrevista: Maïlys Vallade, Liane-Cho …
ficha de la película
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, codirigida por los animadores franceses Maïlys Vallade y Liane-Cho Han, que evoca el espíritu desbordante de las experiencias formativas de la infancia, aunque no su verdad en el mundo real. La película se estrenó este año como proyección especial en el Festival de Cannes, lo que le valió una amplia exposición internacional, y tiene previsto su estreno en salas estas Navidades en los Países Bajos (el 25 de diciembre) y en Italia (el 1 de enero), a través de Paradiso Filmed Entertainment y Lucky Red, respectivamente.

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Abundan los dramas de autor realistas que exploran cómo los niños preadolescentes procesan el mundo, ya sea siguiendo un relato de iniciación luminoso o una pérdida de la inocencia más trágica. Amélie… bebe de esa tradición, pero es plenamente consciente de que la animación de colores vivos y orientada a la familia resulta más adecuada para los primeros años del desarrollo. Adaptando una novela para adultos parcialmente autobiográfica de Amélie Nothomb, la historia sigue a su tocaya hasta los tres años. Es la hija menor de un diplomático belga que vive en Japón a finales de los años sesenta, y la película va desvelando poco a poco lo que aprende y siente. Su belleza estética atraerá tanto a adultos como a niños, y la narración es más deliberada y sutil que la de otras propuestas familiares, aunque no escatima en sentimentalismo.

La voz en off de Amélie, procedente de un momento posterior de su vida en el que rememora su infancia, ayuda a orientar los marcados toques de realismo mágico de la historia. Desde el nacimiento hasta los dos años, la niña es a la vez un “dios” (en sus propias y grandilocuentes palabras), impermeable al juicio y al daño de los demás, y un “tubo” (visualizado como tal), capaz de absorber y luego secretar la materia del universo. Irónicamente, para la evidente preocupación de sus padres, exteriormente parece hallarse en un estado vegetativo, sin responder a estímulo alguno, y mucho menos a sus cuidados y a su amor. Tras la decisiva intervención del chocolate blanco de la abuela, pasa de dios a mortal en apariencia y empieza a comportarse como alguien de su edad.

Sin embargo, más allá de sus distantes padres y de dos hermanos mayores propensos a tratarla con bastante crueldad, la figura secundaria clave de la película es Nishio-San (Victoria Grobois), la empleada doméstica de la familia, contratada por su casera, Kashima-San (quien, a su vez, se comporta con miedo y sospecha en su presencia). Nishio-San introduce a Amélie en las maravillas de los tranquilos ríos y valles que bordean su seguro hogar familiar, así como en la cultura y la historia japonesas, lo que permite a la película reflexionar sobre cómo su familia está claramente implicada en el asentamiento del país tras la guerra, con el trauma de la bomba atómica aún apenas resuelto. Esto también remite, con la autoconciencia adecuada, a las propias elecciones artísticas de Vallade y Han, como directores occidentales (a pesar del origen chino del segundo), que corren el riesgo de exotizar y tergiversar una cultura oriental.

Muchas de las mejores películas infantiles y familiares aluden al contexto perturbador que subyace tras sus tramas principales, así que, naturalmente, Amélie… ofrece algunas verdades y moralejas más duras junto a su contagiosa ternura.

Amélie et la métaphysique des tubes es una producción francesa, producida por Maybe Movies, Ikki Films y Puffin Pictures. Gebeka International gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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