18/05/2005

A pocos días del final del festival, los enviados de Cineuropa no tienen dudas: la película más original, fascinante y extraña se llama Johanna [+lee también:
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ficha de la película]. El autor es Kornél Mundruczó, húngaro de 30 años, a su segundo largometraje después de Pleasant Days [+lee también:
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ficha de la película] (Leopardo de plata en Locarno en 2002).

Producido por Viktòria Petrànyi (también coguionista) para Protón y Béla Tarr para T.T. Filmmühely y coproducida por Philippe Bober con The Co-production Office y Mokép RT., Johanna nació de un cortometraje del 2003 del realizador y es muy libremente inspirada del personaje de Juana de Arco. Personaje cinematográfico por excelencia y en absoluto fácil a enfrentar, considerada la puerta a la celebridad de los realizadores que se cimentaron con ella: Carl Theodor Dreyer, Robert Bresson, Roberto Rossellini, Victor Fleming, Jacques Rivette y recientemente Luc Besson.

Kornél Mundruczó esquivó cada comparación, apoderándose del personaje con un talento inesperado. Juana es traída a nuestros días, y es una junkie, una drogadicta, que está implicada en un grave incidente y entra en coma. En el hospital es milagrosamente despertada por los médicos y en este momento comienza su camino hacia la pasión y la muerte: siempre al lado de los pacientes, ofrece su cuerpo a los más graves y los cura, hasta que el equipo de médicos, preocupado por sus milagros, la mata y la lanza a las llamas de una descarga. ¿Sátira social? ¿Diversión colmo del talento? Lo más sorprendente para el espectador es que la película es cantada, como una opera. Un verdadero libreto y música de opera fueron compuestos para la película (la autora es Zsòfia Tallér).

Con la ayuda de la música "alta", Mundruczó construyó imágenes extraordinarias, en sus colores saturados (el verde y el amarillo sobre todo), una puesta en escena de un profundo conocedor del cine (las referencias son sobre todo el primero expresionismo, Carl Dreyer, pero también Abel Ferrara), todo esto para contar como una parábola moderna el acontecimiento de la Virgen de Orleáns, con finura y sobre todo gran ironía. Deja por fin un recuerdo indeleble, la labor de la protagonista, una evanescente y al mismo tiempo carnal Orsi Tòth, que deambula obsesionada por las espectrales habitaciones de un hospital psiquiátrico del siglo XIX y los rincones de un hospital militar abandonado, elegidos por el realizador en Budapest.

(Traducción del italiano)