19/05/2005

"Don't come knocking" está escrito en un cartel en la caravana del actor Howard Spence (Sam Shepard) en el plató de una película de vaqueros en la mitad de la Monumental Valley. Pero él mismo, estrella del cine que desaparece, abandonará todo y a todos y huirá (a caballo, naturalmente) para ir a tocar a la puerta de su pasado.
Descubrimos rápidamente que Howard ha conducido hasta este momento una vida que un puritano definiría como completamente indecente: alcohol, drogas, mujeres, orgías, casinos, peleas, distintos escándalos. Refugiándose en una madre más desatenta que protectora, Howard descubre que tiene un hijo, nacido mucho antes de una relación. Así como sucede en la película de Jarmush, (Breaking Flowers), también en concurso a Cannes. Para volver a dar, o quizá dar por primera vez un sentido a su existencia, Howard Spence va en busca de la mujer que abandonó (Jessica Lange, mujer de Shepard en la vida real desde hace 23 años) y de su hijo de 20 años.

Wenders volvió a Cannes, donde llegó por primera vez en 1976 con En el curso del tiempo y donde regresó 9 veces, incluso como Presidente del Jurado. Vuelve, veinte años después de la Palma de oro por Paris Texas, con una película reflexionada durante mucho tiempo y cuya escritura, realizada junto a Sam Shepard, necesitó tres años. Las conexiones con Paris, Texas son muchas y quien verá este Don't come knocking [+lee también:
tráiler
ficha de la película] encontrará, sobre todo, el inmenso encanto del desierto (incluso el humano).
La fotografía y la puesta en escena de la película son sensacionales y reconfirman el talento del gran realizador alemán. Panorámicos de grandes dimensiones, paisajes rurales y urbanos de colores intensos, edificios de época en sus colores marrones y cálidos, típicos de las pequeñas ciudades americanas que mencionan las pinturas de Edward Hopper, artista a quien Wenders debe mucho.
En estos lugares que forman parte de nuestro imaginario desde ya hace cien años, desde el nacimiento del cine, Wenders mueve a sus personajes atormentados. El vaquero en fuga como Jesse James, autodestructivo, como solamente un héroe negativo puede serlo, personifica al varón moderno que se despojó de toda responsabilidad, que en edad madura decide darse vuelta como un guante para enfrentar los sentimientos de culpa. Wenders y Shepard colocan en centro de la atención del espectador el tema de la disgregación de la familia y Shepard se implica a tal punto que debe prestar incluso su cara bonita y dura, quemado por el sol y marcado de arrugas profundas, que será rechazado por una mujer que lo quiso pero quizá no pueda perdonarlo.

Wenders se niega a dar su interpretación política de la película, pero las lecturas son numerosas y bajo el tema prietamente familiar estalla el de la crisis de los EE.UU y de todo el occidente. El titulo de la película cuyo protagonista huyó es, en efecto, "el fantasma del West". Es un occidente que no quiere cambiar, no quiere reconocer sus errores y se encierra siempre más en sí mismo, como el simbólico personaje del agente del seguro que sigue al protagonista, interpretado por Tim Roth, que sentencia: "Nada ha cambiado desde el tiempo de la Inquisición". Pensándolo bien, algo ha cambiado, nadie vuelve a rodar películas de vaqueros. La gran ilusión del pasado se convirtió en la gran desilusión de hoy. No por nada la frase más significativa de la angélica Sara Polley es: "Prefiero el cine a la vida real". También nosotros, algunas veces.

* Don't come knocking es producido por de Reverse Angle Production y coproducido por Arte France Cinéma, Paradis Films y Océan Films (que lo distribuye). La venta se confía a la Hanway Films de Jeremy Thomas.

(Traducción del italiano)