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2. La caída acelerada

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La fuerza de Vivendi reside en la multitud de empresas que en conjunto emplean a 381.000 personas en más de cien países, de las cuales 80.000 en los sectores de medios y comunicación.
Telecom e Internet, prensa-editoriales-multimedia, música, medio ambiente, sin olvidar la televisión y el cine (20.000 empleados), el apetito del grupo francés no tiene límites. Ni siquiera la explosión de la burbuja financiera de las nuevas tecnologías a partir de marzo de 2000 calma el hambre de adquisiciones.
Por el contrario, Jean-Marie Messier se embarca en 17 diciembre de 2001 en un nuevo proyecto: Vivendi Universal paga 10 mil millones de dólares por las televisiones del grupo US Network.
Dirige la estructura Barry Diller, un ex directivo de Paramount y de Fox, que toma el mando del nuevo grupo denominado Vivendi Universal Entertainment (VUE). La transacción se lleva a cabo con cifras demasiado altas para la tesorería de VU en un contexto de desaceleración económica agravada por los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Y, sobre todo, en una conferencia de prensa Jean-Marie Messier pronuncia una frase que caerá como una bomba en Francia, anunciando “la muerte de la excepción cultural”.
Hay que añadir que Messier acababa de trasladarse a Nueva York y que desde hacía un año reunía a sus tropas en seminarios en el parque de atracciones de Orlando, propiedad de Universal. Su áspera frase desencadena una reacción de la prensa y todas las grandes figuras del mundo cultural francés se lanzan contra él. El presidente de la República, Jacques Chirac, evoca también el tema en enero en la televisión, abiertamente preocupado por el riesgo de que las joyas de Francia puedan quedar en manos extranjeras. Es el principio del fin para el vaporoso presidente empresarial, que a finales de marzo de 2002 tiene el cruel privilegio de anunciar pérdidas en VU por 13,6 miles de millones de euros en el ejercicio 2001, todo un récord en la historia económica e industrial francesa, y todo ello coronado por una deuda de 19 mil millones de euros debidos a actividades relacionadas con los medios y la comunicación.
Contra las cuerdas, Jean-Marie Messier comete un error más al despedir el 16 de abril a Pierre Lescure, el presidente emblema de Canal+, lo que desencadena una huelga de sus empleados en la cadena que es transmitida en directo. Las técnicas mediáticas que supo aprovechar durante su ascenso se le revierten como un boomerang: declaraciones virulentas en ocasión de su presencia en el Consejo Superior de la Televisión (CSA), reproches hostiles de los accionistas en la Junta General del 24 de abril, inquietud entre los demás industriales franceses, informaciones alarmistas de las agencias de bolsa, caída en picado de las acciones de VU. La guillotina cae el 30 de junio: el Consejo de Administración obliga a Jean-Marie Messier a dimitir, Vivendi Universal está al borde de la bancarrota.

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