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“Coproducciones sí, pero sin compromisos”

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Entrevista con el responsable de coproducciones y adquisiciones del sector programas de ficción de Arte, François Sauvagnargues que dice: “Las reflexiones artísticas no se deben contaminar por la cooperación financiera”.

Se han presentado 364 películas de origen europeo, de Este a Oeste, de Norte a Sur, a lo largo del programa Eureka Screenings, ¿qué tipo de panorama cinematográfico se presenta?
“Es importante ver la dirección que cada país ha tomado en la producción, e incluso si las cifras no son muy optimistas los encuentros como Eureka demuestran que vamos por el buen camino. Como responsable de coproducciones europeas y de adquisiciones de programas de ficción del canal de televisión ARTE, estoy aquí para tener una visión panorámica de lo que sucede en los Balcanes, y debo decir que he encontrado cosas interesantes”.

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Se habla a menudo de las dificultades económicas para la circulación de películas europeas en la propia Europa, ¿se trata sólo de un factor económico?
“A excepción de algunas películas como Amélie o de las de Pedro Almodóvar, en realidad depende de las historias que cuentan y del modo en el que están hechas. Y del reparto, claro está. Frecuentemente los actores famosos de un país son casi desconocidos en otro. Creo, sin embargo, que la televisión puede cumplir un papel importante para que las películas circulen más”.

¿Cómo?
“ARTE, por ejemplo, considera desde hace tiempo que Europa es una de sus prioridades. Pero queda el hecho de que en el ámbito cinematográfico debe defender primero al cine francés y con un presupuesto muy inferior al que tienen canales de televisión más importantes. Para finales de año habremos coproducido unas veinte películas: es poco y a la vez mucho. Es evidente que si primero debemos ocuparnos de las películas francesas queda poco espacio para las demás. Seguimos produciendo las películas de Angelopoulos, de Wenders, pero esto muestra que la producción se orienta a menudo hacia obras de grandes maestros y que el espacio para los nuevos talentos sigue siendo muy reducido. El factor económico siempre es muy importante. A menudo programamos ciclos de películas, últimamente sobre el cine yugoslavo, pero se trata de retrospectivas, por lo que como máximo presentamos media docena de ellas que ilustran de una manera bastante superficial el cine del país en cuestión”.

Tal vez el público no sea tan amplio…
“Efectivamente, éste es otro aspecto importante. Muchas películas excelentes se transmiten en versión original subtitulada, y es normal que el público titubee. Y esto no ayuda a aumentar la financiación, algo fundamental para continuar con esta política de circulación del cine europeo”.

Volviendo al tema de la circulación de las películas europeas, ¿pueden las coproducciones ayudar en este sentido? “En un plano europeo, para el cine las coproducciones son obligatorias. Incluso en la televisión es imposible realizar sin coproducción series como, por ejemplo, Napoleón. Tanto en el cine como en la televisión sólo se obtiene financiación para los grandes nombres. Directores como Michael Haneke o Roman Polanski hacen películas que irán más o menos bien, pero que seguramente se podrán exportar a todas partes.
Con demasiada frecuencia las coproducciones son el resultado de programas de cooperación financiera. Las reflexiones artísticas no deberían contaminarse por las inversiones y por las coproducciones, y en consecuencia por compromisos sobre guiones o integrantes del reparto. Se llega entonces a resultados inconsistentes y a consensos “débiles”, y el resultado de decisiones contradictorias no tiene éxito. Las películas que funcionan son aquellas que tienen un verdadero proyecto y que se desarrollan sin compromisos”.

¿Cuáles son los verdaderos puntos débiles del cine europeo con respecto al estadounidense?
“Bueno, es una relación que no se puede comparar. Estados Unidos es un país muy grande con un idioma único y esto representa una fuerza extraordinaria. Europa está muy lejos de todo esto, nunca podremos resolver el problema lingüístico. Pero sobre todo hay que pensar en el público: la gente va a ver antes que nada el cine estadounidense y sólo después el nacional y el europeo. Está claro que si la película es buena, encuentra su camino por casi todas partes: es el caso de las películas de Almodóvar y de Amélie, por ejemplo. Es por eso que hay que pensar si el proyecto se ha impuesto o no. En Estados Unidos funcionan sus películas de acción y de efectos especiales, dirigidas preferentemente a un público joven. Es un tipo de cine que Europa no siempre es capaz de hacer, aunque cuando lo intenta, como en el caso de Luc Besson y su Quinto elemento, nos damos cuenta de que creamos obras que están muy lejos de las películas de Estados Unidos del mismo género. Los últimos resultados muestran que estamos recuperando la cinematografía de género: cada vez más directores europeos realizan películas de aventuras, de suspense, históricas, y siempre con excelentes resultados. Las cosas se están moviendo y esto hará justicia al cine europeo”.

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