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Una estética condicionada

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Los directores reconocieron a los cinéfilos europeos el mérito de promover sus películas en festivales, así como de ayudar a la existencia de un cine que de otra manera no tendría suficiente dinero para existir; sin embargo, en la otra cara de la moneda hay la imposición, consciente o no, de una estética más afín a los gustos europeos que a los africanos. Las películas de Mahamoud Ben Mahamoud, por ejemplo, son producidas por los hermanos Dardenne. El director tunecino dijo que está satisfecho del trabajo que desarrolla con ellos pero, hablando de Les siestes granadines, su última película que trata sobre la intolerancia racial de los tunecinos con los subsaharianos, puso el acento en las severas críticas que ha recibidos tanto en su país, por motivos obvios, como en Europa. Opiniones negativas por haber denunciado imprevistamente una situación que no es del gusto de la crítica. “Yo quería mostrar la dura realidad del África del Norte, alejándome del lugar común europeo que piensa que el racismo sólo se manifiesta desde el Norte del mundo hacia el Sur. Siempre quieren que se represente la idea de una África mágica y misteriosa, lo que, sin embargo, está muy lejos de la realidad. Desgraciadamente es un punto débil en nuestra sociedad y los europeos tendrían también que reflexionar más sobre esto. Porque puede suceder que para satisfacer al público francés o al italiano un director se vea obligado a no hablar de lo que realmente sucede”.
Por su parte, el crítico y cineasta Ferid Noughedir señaló que “mientras los europeos apoyen económicamente a las cinematografías africanas con el único objetivo de presentar sus obras en festivales y ciclos monotemáticos, difícilmente se saldrá de una producción de nicho, por lo demás condicionada desde un punto de vista estético. Francia es un gran país y no cabe duda de que su excepcional pasión por el cine es el mejor testimonio de un sentimiento innato a favor de la democracia. Ser cinéfilo significa respetar y apreciara la pluralidad de las culturas. Pero también urge resolver otro problema grave que surge por depender del dinero europeo. En muchos países africanos no hay un mercado interno. Por lo que se da la paradoja de que las películas africanas se ven en el extranjero pero no en sus países. Es como si un africano frente al espejo viera su propia figura transformada en la de un europeo”.

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