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1. Hechos y números

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Empecemos por los hechos crudos que muestran las cifras de la producción británica según el análisis de la revista “Screen Finance”. El año pasado entraron en producción 84 películas con una participación británica más o menos importante y una inversión total de 864,24 millones de euros, ligeramente menos que en 2001, año en que para 83 películas se invirtieron 910,65 millones. El peor resultado se registró en 1995, con solamente 52 películas producidas.
Encabezaron las inversiones en la industria cinematográfica británica, como siempre, las producciones de Hollywood, con 6 películas estadounidenses rodadas entera o parcialmente en el Reino Unido con un presupuesto total de 212 millones de euros; de éstos, 100 millones para Lara Croft y Tomb Rainer 2 y 40 para Shanghai Knights de Jackie Chan. Si agregamos los 137 millones de la última película de James Bond, producida por la británica Eon Production para MGM/UA, es evidente que estos cuatro títulos suponen el 34,4 por ciento de toda la inversión realizada en el Reino Unido.

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La fuerte participación de los estudios estadounidenses en la cinematografía inglesa puede resultar un problema a la hora de determinar qué hace que una película inglesa verdaderamente sea inglesa. La duda saltó en las candidaturas de los próximos premios BAFTA, en las que la película de Stephen Daldry Las horas compite por el premio a la mejor película británica del año a pesar de haber sido financiada completamente por Miramax y Paramount: una decisión que podría parecer una verdadera amenaza económica y cultural para el resto de Europa.

La industria británica, sin embargo, ha aprendido a convivir y a sacar provecho de esta situación, como lo confirma el propio Alan Parker: “Tenemos que dejar de preocuparnos por la nacionalidad del dinero. Por el contrario, debemos fomentar que se invierta en nuestras películas desde todo el mundo, sin desnaturalizar las raíces culturales de nuestra producción”.

No obstante, otra tendencia habida en 2002 mostró que hay una caída continua de la producción interna, con 51 películas en 2001 y 41 en 2002, menos de la mitad de las películas que se hicieron en el año del boom, 1997 (84 títulos).

El presupuesto medio de una producción nacional fue de 6,1 millones de euros, un ligero aumento con respecto a los 5,3 millones de 2001. Pero fueron dos títulos los que contribuyeron en gran medida a aumentar esta cifra y el gasto total en producción: el Bond de la parodia de Rowan Atkinson, Johnny English, que costó 83 millones, y la comedia romántica Love Actually [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
de Richard Curtis con Hugh Grant y un coste de 30,5 millones. Vale la pena señalar que ambas fueron producidas por la prolífica Working Title, que produjo ella sola cuatro películas en 2002.

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