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1. Sombras sobre una producción de alta calidad

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¿Éxtasis o primeras señales de decadencia? Las cifras de la producción cinematográfica francesa de 2002, publicadas el 11 de marzo por el Centro Nacional de Cinematografía, confirman lo que se decía en los pasillos desde hace meses, esto es, que la máquina triunfadora del cine francés ha perdido fuerza.
Tras un año 2001 récord con 204 películas producidas (172 de ellas de iniciativa francesa), la cosecha 2002 ha censado 200 largometrajes (163 de ellos de iniciativa francesa). Este corto paso hacia atrás podría parecer una sencilla burbuja, como en 2001. Pero la notable caída de la inversión en 2002 (el 4,9 por ciento menos sobre un total de 860,72 millones de euros) no deja dudas acerca de la realidad de una cierta turbulencia que cimbra los cimientos del cine francés. Por otra parte, si se cuentan los meses (de 18 a 24) necesarios desde que da inicio la producción de una película hasta que se estrena en las salas, las señales de la caída de la producción se multiplican: desde 2002 muchos productores no consiguen ya financiar los largometrajes esperados para el año 2005.

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También es verdad que el cine francés ha conocido días particularmente propicios, dado que las películas producidas en 1995 fueron 115 frente a las 204 del 2001, con una financiación que en el mismo período pasó de 501 millones a 904 millones de euros. Un aumento importante que favoreció a todos los operadores del sector y garantizó la diversidad de la producción y la renovación de los talentos.
En 2002, 67 obras de directores debutantes, que representan el 41 por ciento de los largometrajes de iniciativa francesa, confirman este dinamismo.
Aun así, esta creatividad esconde el abismo que se ha abierto entre las grandes producciones y las películas de presupuesto medio y bajo. De hecho, si el coste medio de una película francesa era de 4,44 millones de euros en 2002, las 26 películas con un coste mayor a los 7 millones, que representan el 16 por ciento de la producción, se llevan la mitad de las inversiones. Además, el informe Leclerc sobre financiación entregado el 3 de febrero pasado al ministro de Cultura indica que el importe de los presupuestos pequeños (de 1 a 7 millones de euros) también está disminuyendo, con una reducción de costes del 10 por ciento en los últimos tres años.
Este sistema de un cine a dos velocidades influye en la presencia en las salas: 100 películas de iniciativa francesa sobre un total de 170 en 2001 no han superado el umbral de 100.000 espectadores.

Entre las causas principales de esta tendencia está surgiendo una estrategia de reducción de riesgos comerciales por parte de los productores, distribuidores y operadores del sector. Las películas siguen la fórmula “acción + estrellas = rentabilidad casi garantizada”, un género de producción que monopoliza la mayor parte de la financiación privada. Siguiendo esta lógica, la distribución, que consiste en el estreno de una película en el mayor número de salas contemporáneamente, ha reducido el tiempo de exhibición de la producción (2 semanas para los fracasos y 2 meses para los éxitos) y ha desencadenado una inflación de costes de promoción (500.000 euros para una película francesa media). De ahí que los independientes franceses no puedan competir en igualdad de condiciones con las grandes productoras estadounidenses).

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