Despacio pero lejos
por Annika Pham
“Tuvimos un auge y ahora tenemos un retroceso: ¿os suena a algo?”. Las duras palabras de Alan Parker, lanzadas a los profesionales del sector el pasado mes de noviembre en la apertura del encuentro del Consejo Británico del Cine sobre el futuro de la industria cinematográfica británica, son muestra de la difícil realidad a la que el cine inglés se enfrenta.
El año 2002 fue otro año más de recesión en el marco de una industria muy poco estable que intenta prosperar construyendo cimientos sólidos. Contagiada por la recesión económica mundial, la producción del Reino Unido ha caído un 5 por ciento, las ventas independientes luchan por no desaparecer y dos de los mayores patrocinadores televisivos, Granada Film y Film Tour, han cerrado sus puertas. A pesar de ello, el cuadro dista de ser apocalíptico.
Las grandes empresas estadounidenses volvieron con fuerza el año pasado con grandes producciones como el último James Bond, Lara Croft, Tomb Raider 2, suponiendo un buen arreglo para la inversión nacional: el dinero proveniente de subsidios y ayudas financieras supuso una alternativa válida a la financiación de los accionistas, y acercó el mercado británico al resto de Europa.
En cuanto al número de espectadores, la cifra de entradas vendidas en 2002 es la mayor desde 1972 y, además, muchas películas británicas obtuvieron importantes reconocimientos internacionales.
Un estudio de Cineuropa sobre la salud del sector cinematográfico británico y sus perspectivas futuras.
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