29/09/2006

Después de pasar el ecuador de la edición 54 del Festival de San Sebastián, empezábamos a necesitar una sacudida verdadera, profunda y radical. Quizás un adivino sensible lo hubiera previsto, pero han hecho falta 8 días para entender que uno de los temas centrales de esta edición es la familia.

Así se proyecta en la gran pantalla Mon fils à moi [+lee también:
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ficha de la película], di Martial Fougeron, para invadir la sala de amor materno, hasta la asfixia. Bastan los primeros 10 minutos de la película, llenos de abrazos, caricias, atenciones y contactos morbosos entre la madre - Nathalie Baye - y el hijo - Victor Sevaux, para padecer una sensación de nausea que secuencia tras secuencia se trasforma en claustrofobia y ganas de explotar. Es realmente difícil creer que se trata de una primera película. Un guión, escrito en colaboración con Florence Elikim, delicado y susurrante, una fotografía impactante, una dirección de actores ejemplar, no son cualidades comunes en el cine de primera generación y son elementos que cuadran el circulo de una película realmente interesante.

¿Existe entonces la posibilidad de abusar de un hijo a golpes de cariños? ¿Cuándo el amor cruza el límite para trasformarse en obsesión? ¿Se puede “malamar”? Ansia, confusión, un apretón en el pecho y un sentimiento de libertad cuando finalmente asistimos a la primera, única y última reacción de la victima, un hijo que con sus silencios clava el espectador a la butaca durante una hora y media.

Mon fils à moi [+lee también:
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ficha de la película] no es una “pop corn movie”, hace falta estómago y autocontrol para resistir a la devastante potencia emotiva de este largometraje. En todo caso, el público europeo sabrá apreciar el esfuerzo de un director en su primera película. Una obra que penetra dentro de las dinámicas madre-hijo y que los jurados no podrán ignorar.

(Traducción del italiano)