3. El modelo francés
por Camillo De Marco
La discutida reforma se inspira en el “Modelo francés”, citado frecuentemente por profesionales del cine, el cual recauda cada año aproximadamente 530 millones de euros para proyectos cinematográficos y audiovisuales, comparado a los escasos 90 euros reservados a la gran pantalla por el FUS italiano.
“El modelo francés combina mercado y calidad, y ése debe ser nuestro objetivo”, declara Andrea Colasio. “En la actualidad, el sistema italiano atraviesa períodos en los cuales se presta mucha atención a la calidad y muy poca al mercado con otros en los que el mercado manda. Entre ellos hay períodos intermedios, sin preponderancia del mercado ni de la calidad, y que necesitan ser eliminados”. Colasio quiere abrir un mercado que hasta ahora ha estado relativamente cerrado, “cerrado con llave más bien. Ahora mismo, el sistema continúa con ciertas rigideces, principalmente en el oligopolio de las grandes emisoras, RAI y Mediaset, y el Estado; un sistema que bloquea tanto el mercado como la creatividad artística. Queremos un sistema que sea más transparente y que dé la voz a multitud de profesionales”.
El modelo francés “está basado en automatismos en la financiación cinematográfica, no en la discreción política”. Colasio aclara: “En la actualidad, en Italia, la financiación se distribuye de manera problemática: el productor presenta un guión o un director, con frecuencia también con un acuerdo de coproducción con RAI o Medusa, y obtiene un fondo ministerial significativo. De esta manera, se presta una excesiva atención a la creación del producto en sí mismo, sin tener en cuenta a los resultados del producto en las salas de exhibición. Según mi propuesta, nosotros continuaremos financiando el 70 por ciento (hasta un máximo de 1,5 millones de euros) de la primera y la segunda película, las cuales son el taller, la cuna de la creatividad. Pero, en cuanto al resto de películas en cuestión, tendremos en cuenta su valor comercial y de mercado, no sólo su valor artístico y cultural”.
De esta manera, las subvenciones no se otorgarán a companias que, a los 12 meses del estreno de su precedente película, tengan unos ingresos en taquilla por debajo del mínimo preestablecido. “En cualquier caso, la suma de las subvenciones para una película no podrá sobrepasar el 50 por ciento del coste total de la película”.
La propuesta de Colasio incluye la ayuda financiera a la distribución y la promoción, incluso en el extranjero, y los incentivos específicos para las salas que se comprometen a programar una cota de películas italianas. Los multicines tendrán que reservar al menos el 35 por ciento de sus pantallas para las películas autóctonas, y no podrán poner el mismo film en varias plantallas en el espacio de 24 horas. “Una película corre el riesgo de fracasar si no está adecuadamente respaldada por el marketing y la promoción. No hay sólo una fase de producción, sino también una fase de promoción, y sin ambas, el cine italiano no existe. Nuestro trabajo debe ser reforzar todos los elementos que forman parte de la industria”.
La financiación será selectiva, pero sobre todo automática, a través de una tasación proporcional de cada manera de utilizar –o de comercializar- las películas. “Es importante la creación de una versatilidad financiera, que sustituya los mecanismos estáticos y pasivos del FUS en la actualidad. La decisión eventual y posterior debe venir del mercado”, concluye Colasio.
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