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Francia - La saga Vivendi Universal, grandeur y decadencia (septiembre 2002)

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La saga del grupo francés. De la conquista de Hollywood a un porvenir incierto, pasando por la caída de Jean-Marie Messier y de su imperio con pies de barro.

Septiembre de 2000, la Bolsa de Nueva York acoge con entusiasmo al nuevo gigante de la comunicación, el grupo francés Vivendi Universal llega para desafiar a los estadounidenses en su propia casa.
Junio de 2002, el coloso está la borde del precipicio y sus enormes deudas decapitan al presidente estrella, Jean-Marie Messier. Llamado de emergencia, el bombero René Fourtou intenta desde entonces sacar a Vivendi de una espiral infernal que amenaza con contagiar a toda la industria cinematográfica francesa y europea. Toda una saga, difícil de imaginar incluso para el guionista más atrevido.

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Un francés a la conquista de Hoollywood

Los episodios de la historia de Vivendi Universal van de la mano de la trayectoria de su fundador: Jean-Marie Messier.
En 1996, se confía al entonces alto dirigente público de cuarenta años la dirección de la poderosa Compagnie Genérale des Eaux. A toda velocidad reorganiza el grupo alrededor de sus actividades ambientales (agua, energía, limpieza urbana y transportes públicos) y de las comunicaciones, siguiendo la estela ascendente de su filial de telefonía Cegetel.
Seducido por las perspectivas de los multimedia y animado por el fuerte crecimiento de la economía europea, lanza CGE, rebautizada Vivendi en 1998, con una serie de adquisiciones muy anunciadas con lemas tipo: “tenemos los derechos - te compramos los contenidos”. Absorbe primero la sociedad francesa de publicaciones y comunicación Havas, luego toca el turno a una empresa estadounidense líder en software educativo y crea después, con Vodaphone, un portal educativo en Internet, Vizzavi.
La apoteosis llega en 2000 con la creación de Vivendi Universal, resultado de la fusión con Canal+ (primer grupo europeo de televisión de pago y digital, actor principal de la producción audiovisual) y con la canadiense Seagram (grupo mundial de medios y comunicación con gran presencia en el cine y en la música). La fusión se da a conocer ampliamente en los medios y sorprende al mundo del cine, porque es la primera vez que una sociedad francesa mete las manos en un gran estudio de Hollywood como Universal.
En Francia la preocupación se dirige hacia Canal+, que desempeña un papel decisivo en la financiación de producciones cinematográficas. De hecho, la legislación obliga a las televisiones de pago a invertir el veinte por ciento de su facturación en adquirir películas (y casi la mitad de esta cifra en obras en idioma francés). Además, Canal+ invierte también directamente en producciones mediante su filial StudioCanal, que cuenta con un espléndido catálogo (5.000 películas y 6.000 horas de programas de televisión) y se ha diversificado en la distribución comprando Tobis en Alemania, StudioCanal España, Bac Films y su filial Mars Films en Francia.
Jean-Maria Messier promete que Canal+ mantendrá su independencia con respecto de Universal Studios y firma una prórroga hasta 2004 de los acuerdos que unen a Canal+ con el cine francés.
En septiembre de 2000, la entrada de Vivendi Universal en Wall Street es un triunfo y el grupo encabezado por su gran capitán está lejos de pensar que detrás de los éxitos ya se esconde un abismo.

La caída acelerada

La fuerza de Vivendi reside en la multitud de empresas que en conjunto emplean a 381.000 personas en más de cien países, de las cuales 80.000 en los sectores de medios y comunicación.
Telecom e Internet, prensa-editoriales-multimedia, música, medio ambiente, sin olvidar la televisión y el cine (20.000 empleados), el apetito del grupo francés no tiene límites. Ni siquiera la explosión de la burbuja financiera de las nuevas tecnologías a partir de marzo de 2000 calma el hambre de adquisiciones.
Por el contrario, Jean-Marie Messier se embarca en 17 diciembre de 2001 en un nuevo proyecto: Vivendi Universal paga 10 mil millones de dólares por las televisiones del grupo US Network.
Dirige la estructura Barry Diller, un ex directivo de Paramount y de Fox, que toma el mando del nuevo grupo denominado Vivendi Universal Entertainment (VUE). La transacción se lleva a cabo con cifras demasiado altas para la tesorería de VU en un contexto de desaceleración económica agravada por los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Y, sobre todo, en una conferencia de prensa Jean-Marie Messier pronuncia una frase que caerá como una bomba en Francia, anunciando “la muerte de la excepción cultural”.
Hay que añadir que Messier acababa de trasladarse a Nueva York y que desde hacía un año reunía a sus tropas en seminarios en el parque de atracciones de Orlando, propiedad de Universal. Su áspera frase desencadena una reacción de la prensa y todas las grandes figuras del mundo cultural francés se lanzan contra él. El presidente de la República, Jacques Chirac, evoca también el tema en enero en la televisión, abiertamente preocupado por el riesgo de que las joyas de Francia puedan quedar en manos extranjeras. Es el principio del fin para el vaporoso presidente empresarial, que a finales de marzo de 2002 tiene el cruel privilegio de anunciar pérdidas en VU por 13,6 miles de millones de euros en el ejercicio 2001, todo un récord en la historia económica e industrial francesa, y todo ello coronado por una deuda de 19 mil millones de euros debidos a actividades relacionadas con los medios y la comunicación.
Contra las cuerdas, Jean-Marie Messier comete un error más al despedir el 16 de abril a Pierre Lescure, el presidente emblema de Canal+, lo que desencadena una huelga de sus empleados en la cadena que es transmitida en directo. Las técnicas mediáticas que supo aprovechar durante su ascenso se le revierten como un boomerang: declaraciones virulentas en ocasión de su presencia en el Consejo Superior de la Televisión (CSA), reproches hostiles de los accionistas en la Junta General del 24 de abril, inquietud entre los demás industriales franceses, informaciones alarmistas de las agencias de bolsa, caída en picado de las acciones de VU. La guillotina cae el 30 de junio: el Consejo de Administración obliga a Jean-Marie Messier a dimitir, Vivendi Universal está al borde de la bancarrota.

Un porvenir incierto

Nombrado el 3 de julio para encabezar el grupo a la deriva, el ex administrador delegado de Aventis, Jean-René Fourtou, hereda una situación indudablemente espinosa.
Los bancos le conceden un primer préstamo por 3 mil millones de euros para enfrentar la crisis de liquidez y llevar a cabo un programa de venta de activos que resane las finanzas de VU. Corren hipótesis por todas las filiales y el importante papel que desempeña Canal+ en el ámbito del cine francés hace que suban las tensiones. En julio, la presagiada venta de StudioCanal ocasiona una reacción por parte de la Unión de Productores y de la Asociación de Autores, Directores y Productores (ARP) que temen que los estadounidenses compren el rico catálogo de películas de Canal+.
Finalmente, en pleno verano Jean-René Fourtou decide conservar Canal+ y su filial StudioCanal como parte de Vivendi Universal. Ha sido necesario esperar hasta el Consejo de Administración del 25 de septiembre para conocer con más detalle la estrategia del grupo, que ha decidido confirmar su interés en las áreas de entretenimiento, medios y telecomunicación.
Jean René-Fourtou ha anunciado un amplio programa de venta de activos: 12 mil millones de euros en 18 meses, de los cuales 5 mil millones antes de finalizar marzo de 2003. Sin embargo, no está muy claro cómo se llevará a cabo, salvo en lo que se refiere a la venta casi cerrada del núcleo de prensa general, del portal de Internet Vizzavi, del sector tecnológico de los decodificadores Canal Plus Technologies y de la filial italiana de Canal+, Telepiù, vendida por mil millones de euros a Rupert Murdoch (a menos que haya cambios de último momento).
Muchas otras empresas del grupo correrán la misma suerte, como AlloCiné, otras filiales de Canal+ en el extranjero y el 39 por ciento de UGC, líder europeo en salas cinematográficas, propiedad de Canal+.
Por lo demás, todas las hipótesis permanecen abiertas y la decisión es delicada: el Estado francés considera que Vivendi Environnement es un recurso estratégico vital, el polo de telecomunicación atrae a los compradores pero sigue siendo el sector más rentable del grupo y el mundo de la cultura está dispuesto a levantarse en armas para conservar Canal+. Los analistas ven por el momento una solución: separarse de VUE, que reagrupa las actividades en Estados Unidos de cine, televisión y parques temáticos del grupo. Algunos dicen que habrá acercamiento entre Universal Studios y Dreamworks. Pero por ahora todo está parado, además de que ciertas cláusulas, muy costosas en caso de venta de activos, unen a Vivendi Universal con su filial VUE. Barry Diller ganaría una fortuna de hacerse la operación y no parece que Jean-René Fourtou esté dispuesto a ceder a los rumores que describen a la nueva administración de VU como un equipo inexperto en el campo del entretenimiento.
Por otra parte, en la cúpula del grupo parece haberse iniciado una partida de póquer que presagia novedades imprevistas en los próximos meses. ¿Es inexorable que el gigante Vivendi Universal reduzca su tamaño o podrá capear el temporal y partir hacia nuevas aventuras? Hoy no es posible hacer ningún tipo de pronóstico.

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