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CANNES 2007 Quinzaine des Réalisateurs / Portugal

O Estado do mundo: Seis miradas, seis ventanas al mundo

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Esta mañana, decía Olivier Père en su discurso que la Quinzaine des Réalisateurs de Cannes se sentía muy orgullosa de presentar en preestreno mundial O Estado do mundo, un largometraje compuesto por seis películas de directores procedentes de todo el mundo. Se trata de un encargo de la Fundación portuguesa Calouste Gulbenkian que, en el marco de sus 50 años, organiza numerosos eventos culturales. Así, Luis Correia, el productor ejecutivo del proyecto para Lx Filmes, propuso a ciertos cineastas realizar una película de 15 minutos sobre el estado del mundo, sin otra limitación que no fuese la del presupuesto. «Tras recibir y visionar todos los cortometrajes», nos comentaba esta mañana tras la proyección, «me quedé impresionado de que todos hubiesen abordado temas tan cercanos entre sí: la memoria, la historia, la identidad. Esto funciona como una especie de caleidoscopio del mundo».

O Estado do mundo impresiona realmente, por su coherencia y su poesía. El tailandés Apichapong Weerasethakul firma el primero, uno de sus cortometrajes más brillantes, narrando un ritual de enterramiento al lado de un río, donde toda una familia se reúne para lanzar al agua las cenizas del difunto. Mientras otros han utilizado la tecnología digital, él se ha mantenido fiel a su cámara Super 8, que le ha permitido dotar a la imagen de su grano vibrante, y captar en el fluir del agua y, en los gestos de la ceremonia y en los rostros de todas las edades y de todos los sexos, la espiritualidad immanente que va más allá de la memoria del muerto. El brasileño Vincente Ferraz se une a la lucha de los pescadores de su pueblo contra la desaparición de su oficio y la transformación de su bahía en un cementerio marino. La cineasta india Ayisha Abraham dirige el retrato de un portero nepalés, exiliado de su país. A partir de éste, profundiza en la historia de este país en crisis, Nepal, presentando la ciudad en la que vive en plena efervescencia. En el caso de Pedro Costa, nos acerca a la historia de los desterrados de Cabo Verde en Lisboa, aterrorizados por una futura expulsión, inspirándose en una historia muy cercana a él y transformándola en una auténtica pesadilla. Wang Bing reconstruye, utilizando cámara al hombro y planos secuencias, un momento terrible de la historia de China, las torturas del régimen totalitario, en las dependencias subterráneas de una fábrica en desuso y en vías de destrucción. De esta forma, hace reaparecer a partir de este lugar condenado a desaparecer, los fantasmas que simbolizan la historia de su país. Finalmente, la belga Chantal Akerman en dos planos fijos, capta, en la bahía de Shangai, la histeria moderna: inmensos edificios recubiertos de pantallas y de imágenes intermitentes, que representan «el estado del mundo, unido a la profusión de sonidos e imágenes, donde todo se muestra y desaparece a la vez», comenta. A lo largo de toda la obra se percibe el deseo de inmortalizar una identidad cultural como si estuviese condenada a desaparecer del mundo y de este modo también de la imagen. Pero paradójicamente, los motivos en torno al agua y a la tierra que circulan de una película otra, coinciden en subrayar lo esencial, sobre lo que, en definitiva, reposa, inmutable, el estado del mundo.

Con un presupuesto de más de 300.000 euros, O Estado do mundo es una producción enteramente portuguesa de Lx Filmes para la Fundación Gulbenkian, que será distribuida en Portugal por Midas, en Francia por Pierre Grise Distribution, así como en Reino Unido y en Escocia. Las negociaciones para la adquisición de los derechos a nivel internacional están actualmente en marcha.

(Traducción del francés)

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