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PRODUCCIÓN Italia

Cover-Boy, un ejercicio de neorrealismo en los tiempos del cine digital

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Cuando ya han pasado dos años después de su presentación en la Festa de Roma y después de pasar por numerosos festivales, a veces no exenta de fortuna, llega a los cines italianos Cover-Boy, dirigida por Carmine Amoroso. El retraso del estreno, que por fin tendrá lugar el próximo 21 de marzo con 10 copias de la mano del Istituto Luce, se debe principalmente a razones económicas. Según la productora Giuliana Gamba, “muchos han sido las empresas que han apreciado las virtudes de la película, pero ninguna se ha atrevido a distribuirlo sin la ayuda del Ministerio de Cultura”.

Tampoco evita polemizar el director, primero con el Ministerio de Cultura (“al principio nos concedió tres millones de euros, pero luego redujo esta cifra en dos terceras partes, obligándonos a replantearnos toda la película”) y luego con la industria italiana de cine (“el reino de los privilegios y el amiguismo”). Sin embargo, la película ha llegado a buen puerto sobre todo gracias a la valentía de Filand y Paco Cinematografica. “Nuestro trabajo con el director de fotografía Paolo Ferrari nos ha convertido en pioneros en el uso de HDV. Gracias al sistema digital hemos podido reducir los gastos. Es algo que recomiendo a los directores que están empezando, es de verdad un modo de democratizar el cine”.

Amoroso, que vivió en Rumanía dos años tras su debut As You Want Me, protagonizada por la pareja Monica Bellucci-Vincent Cassel, quería trasladar a la gran pantalla la revolución de Timisoara, que puso fin al régimen de Ceauşescu. El bajo presupuesto ha obligado al director a centrarse en los aspectos más íntimos, que en cualquier caso se encontraban en el proyecto inicial. Así, el aspecto central es la relación entre el inmigrante rumano Ioan, interpretado por el bailarín Eduard Gabia, y el italiano Michele (Luca Lionello), cuya precariedad laboral le coloca a los márgenes de la sociedad del mismo modo que al extranjero.

La película, tras comenzar con un dramático prólogo ambientado en la Rumanía de 1989, se desarrolla en las zonas periféricas de Roma, “los mismos barrios donde se rodó Roma, ciudad abierta”, y es que, como recuerda el director, “la película debe mucho al neorrealismo y a Pier Paolo Pasolini”. Luego se mueve hasta Milán, donde Ioan se convierte en el modelo protagonista de una campaña publicitario astutamente organizada por la fotógrafa Chiara Caselli, que se declara “orgullosa de haber participado en una obra poética, que ha tenido muchos problemas para llegar a los cines. Pero el cine italiano ha tenido que luchar mucho, desde siempre”.

(Traducción del italiano)

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