por Federico Greco

"Mi compañía, New World, nació en 1970 y creció con mucha rapidez hasta convertirse en la empresa norteamericana líder en la distribución de cine independiente. Hicimos algunos negocios con muchas películas estadounidenses de bajo presupuesto y quería cambiar un poco la imagen de la empresa, además de que siempre he sido un admirador de las películas de los grandes directores europeos, sobre todo de Fellini, Bergman y Truffaut, y del japonés Kurosawa.
Había oído decir que la nueva película de Bergman, Gritos y susurros, no tenía distribuidor en Estados Unidos, por lo que me las apañé para verla y enseguida pensé que era una película maravillosa. Ganó un Oscar y le arranqué un contrato al agente de Bergman en Estados Unidos, y fue así, casi por casualidad, como empecé mi carrera en el mundo del cine de autor.

Me parecía que estas películas llegaban a una franja de público estadounidense mucho menor de lo que merecían. Algunas eran distribuidas por empresas pequeñas que eran más grupos de aficionados al cine de autor que distribuidoras propiamente dichas. Y cuando, raramente, conseguían entrar en los catálogos de las distribuidoras más grandes, éstas, que son las mejores distribuidoras de todo el mundo, no estaban preparadas verdaderamente para llevar películas de este tipo, o no tenían las herramientas, o no sabían cómo trabajarlas bien; el caso es que descuidaban este tipo de películas "pequeñas". Nosotros, por el contrario, éramos lo suficientemente grandes para obtener las mejores salas, para arrancar los mejores contratos, hacer publicidad de los estrenos, etcétera, pero también lo suficientemente pequeños para dedicarnos individualmente a cada película.
Por ejemplo, en el preestreno oficial de Gritos y susurros, como las rosas amarillas eran importantes en la película, regalamos a rodas las mujeres que había en la presentación una rosa amarilla, y otros detalles de este tipo. Todo fue muy bien hasta que… luego distribuí otra película de Bergman, Sonata de otoño. Después distribuí varias películas de Truffaut, de Fellini, Amarcord de Fellini y, déjame pensar, una película de Kurosawa.
Durante siete u ocho años las películas que nosotros distribuimos ganaron más Oscares a la mejor película extranjera que las de todas las demás distribuidoras juntas. Seguimos así hasta que vendimos New World Pictures. Me quedé con el núcleo duro de mi equipo y vendí New World de un día para otro. Estaba en negociaciones para Concorde, mi nueva empresa.

En los últimos tiempos no he visto tantas películas europeas como antes. El mercado de las películas independientes en Estados Unidos se puso muy difícil, por lo que me he centrado en lo que conozco como especialista.
Tengo la sensación de que las películas europeas han cambiado un poco. Sé que hay muchos directores jóvenes, pero no veo la grandeza de un Bergman, de un Fellini. Me gusta la idea de la teoría de Dogma. Coincide en parte con el modo en que yo mismo he rodado, aunque es todavía más austero, más duro, si quieres decirlo en este sentido, y creo que puede abrir el camino para una forma de hacer cine más íntima y menos costosa. Pero no estoy completamente de acuerdo con la idea de rodar todas las tomas con la cámara al hombro. Pienso, dado que estamos sentados y estamos hablando, que no hay necesidad de rodar a mano, si tú o yo estamos sentados aquí. Para este caso preferiría la estabilidad de una toma con el trípode, aunque en general apruebo que se ruede a mano, la luz natural, y sobre todo la cámara a mano cuando los personajes se mueven en la pantalla. Aunque creo que Dogma es un movimiento nuevo y atractivo, corre el riesgo –como todo movimiento nuevo- de cambiar poco a poco hasta convertirse en un uso común, y creo que esto es lo que le pasará a Dogma. De todas maneras, ha sido lo que en Estados Unidos llamamos una "bocanada de aire fresco" para el cine".