por Federico Greco y Valeria Chiari

"El cine europeo es una cosa. Luego está el cine europeo de autor, que a su vez se divide, al menos para mí como espectador, en cine de autor bueno y cine de autor malo. Pensando, siendo generoso, que sólo existe el cine de autor bueno –lo cual no es cierto-, diría que las salas son muy importantes. En Italia hay pocas salas que establezcan una relación de confianza recíproca con una parte del público. Por ejemplo, salas como el cine Anteo en Milán y, por qué no, el Nuevo Sacher en Roma, saben que existe un sector de público al que le interesa el cine de autor, y a su vez, ese sector de público se fía con los ojos cerrados de la programación de esas salas".

"En estos momentos hay mucha confusión, se multiplican las pantallas, las películas, y el público está muy confundido. A veces hay películas –hablo de Italia, que es el sitio en donde conozco la situación- que no están distribuidas por los distribuidores más apropiados. Cuando la distribuidora de una película de autor es una distribuidora comercial, una gran empresa, casi nunca la distribuye bien. Por eso es importante que haya salas especializadas y que las películas de autor las distribuyan en Italia distribuidores apropiados”.
br> "Luego, también es importante que haya empresarios de cine que se arriesguen. Porque no podemos pretender siempre que esté toda la comida servida. Es importante que haya empresarios que crean en películas supuestamente más difíciles, sabiendo que a una parte del público le interesa también este tipo de películas”.

"Y luego, naturalmente, es necesario –hablo de Italia- crear alrededor del cine un clima que desde hace tiempo no existe. Basta observar que en las seis emisoras de televisión nacionales, en las tres RAI y en las tres Mediaset, no hay un solo buen programa, o incluso uno malo, sobre el cine. Y esto es un verdadero escándalo”.