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VENECIA 2023 Fuera de competición

Crítica: The Palace

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- VENECIA 2023: La película más temida de este año en Venecia, dirigida por Roman Polanski, acaba siendo muy reveladora, conscientemente o no

Crítica: The Palace
(i-d): Joaquim de Almeida, John Cleese y Oliver Masucci en The Palace

Hay una cierta corriente de la crítica que percibe las películas más como una visión de los hábitos o la inconsciencia de sus creadores que como arte y entretenimiento para disfrutar o apreciar. Esta es la maniobra que hace que The Palace [+lee también:
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pase de ser un fiasco inminente, condenado a ser visto por pocos más allá de su no competitivo arco de Venecia, a un artefacto digno de estudio, uno que tal vez debería cogerse con pinzas y provisto de la mayor protección posible.

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Tras una “cancelación” más que merecida tras algo que no tenía vuelta de hoja, Roman Polanski optó por dibujar en el proverbial muro de su celda esta extravagante comedia negra. Con esta película ambientada en la elitista estación invernal de la ciudad suiza de Gstaad (conocida popularmente como uno de los lugares más caros del mundo) durante el frenesí previo al cambio de milenio, el director —y, de alguna manera, el dúo formado por Jerzy Skolimowski y Ewa Piaskowska como coguionistas, recientemente aclamados tras EO [+lee también:
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— ha elegido, a finales de 1999, poner en la picota a ese 1% como nunca antes. La atmósfera y el fuerte énfasis en los personajes, que recuerdan a películas como El triángulo de la tristeza [+lee también:
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o Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, desempeñan un papel destacado, y es que este enfoque es muy característico de Polanski, que siempre ha tratado de denunciar la injusticia y los prejuicios (Chinatown es el ejemplo más intrincado y poderoso) de los demás, pero nunca ha hecho lo propio con los suyos.

La obra cuenta con un amplio abanico de tipos grotescos, todos ellos extrañamente buenos y animados para sus 100 minutos de duración: John Cleese como el moribundo multimillonario tejano Arthur William Dallas III, Mickey Rourke como un tal Bill Crush (un estafador con tupé rubio a lo Trump), y Fanny Ardant como una gran dama con un perro del tamaño y la textura de sus diversos bolsos relucientes. La película es consciente de su propio absurdo, y quizá de su función desechable: cuando se muestra un primer plano de un pingüino que Arthur le regala a su esposa de 20 años, Magnolia (Bronwyn James), uno solo puede reírse de lo incompleta que resulta la CGI, que da la sensación de que se pega forzadamente a la acción real. Y es que esto constituye más o menos lo que obtendrías si Paddington [+lee también:
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hubiera contado con un presupuesto de 50 euros para efectos especiales.

Pero está claro que Polanski, que se inspiró en sus propias estancias en Gstaad para hacer esta película, tiene calada a este tipo de gente, de manera que consigue captar y transmitir cierta energía de fin de siglo, de fin de los días, con la irónica visión histórica de que estos engendros estaban allanando el camino para llevar la batuta en este echado a perder siglo XXI. Se muestra nada más y nada menos que a Putin siendo investido como primer ministro de Rusia —tomando el relevo de Yeltsin— al tiempo que el embajador ruso en Suiza y sus amigos gángsters observan el suceso con incredulidad en el televisor de la suite del hotel.

Considerada —tal vez erróneamente— como una comedia amplia por parte de la prensa de Venecia presente este año, funciona mejor, en cambio, como una variante de una de sus antiguas "comedias de amenaza", como las comedias de Pinter que tan a menudo se evocaban en sus primeras películas polacas y británicas: el efecto buscado podría ser la ansiedad vertiginosa más que la risa. Ninguno de los huéspedes que vemos es simpático o redimible, un contraste sorprendente teniendo en cuenta cómo otros directores halagan a su público haciendo atractivos y carismáticos a los supuestos objetivos de su sátira. Las diversas escaramuzas en la conserjería del hotel, donde se extravían llaves e identidades y el acceso es siempre provisional, evocan verdaderamente a Kafka.

El mundo es horrible, nuestras vidas están plagadas de horror y, por encima de todo, yo (el director) soy quizá el peor. Este es el sentimiento que reina en The Palace. Se trata de una instructiva declaración final de uno de los autores más conocidos de la cultura de mediados y finales del siglo XX. En su lecho de muerte cinematográfico, con la probable suposición de que esta es su última película, he aquí los últimos murmullos antes del largo sueño.

The Palace es una coproducción entre Italia, Suiza, Polonia y Francia de la que se han encargado Èliseo Entertainment Moving Emotions Production, CAB Productions, Lucky Bob, RP Productions y RAI Cinema. Las ventas internacionales corren a cargo de Goodfellas.

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(Traducción del inglés)


Galería de fotos 02/09/2023: Venecia 2023 - The Palace

25 fotos disponibles. Desliza hacia la izquierda o la derecha para verlas todas.

Fortunato Cerlino, Oliver Masucci, Milan Peschel, Fanny Ardant, Luca Barbareschi, Joaquim De Almeida, Alberto Barbera
© 2023 Fabrizio de Gennaro for Cineuropa - fadege.it, @fadege.it

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