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Rebecca Zlotowski • Directora

"No es una película que tome partido, sino que abre el diálogo entre dos mundos"

por 

- Rebecca Zlotowski, la directora de Belle épine, invitada a la cita con el nuevo cine francés celebrada en Roma, habla de su segundo largometraje: Grand Central

Rebecca Zlotowski  • Directora

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, seleccionada en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes de 2013, es el segundo largometraje de la francesa Rebecca Zlotowski. El film está ambientado a los pies de una central nuclear, donde Gary (Tahar Rahim) y Karole (Léa Seydoux) viven un romance prohibido bajo la amenaza invisible de la radiación. Cineuropa se entrevistó con la directora en los "Rendez-vous, appuntamento con il nuovo cinema francese" de Roma, donde Zlotowski era la invitada de la sección dedicada a primeros y segundos largometrajes.

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Cineuropa: Grand Central es la historia de un gran romance pero también un retrato del mundo de los trabajadores en la industria nuclear. ¿Cómo se documentó para hacer la película?
Rebecca Zlotowski:
 No había mucha documentación; el nuclear es un entorno muy secreto, de difícil acceso. Leímos todo lo que pudimos; no había mucho de donde sacar, a excepción de algún testimonio y algún artículo periodístico. Luego dimos con una persona que terminó siendo muy valiosa para la película, Claude Dubout, quien aún hoy trabaja como descontaminador. Por entonces, había publicado un relato en el que daba testimonio de su vida, muy bien escrito. Se convirtió en el consejero técnico del film; de esta manera, pudimos acceder a otra gente y visitar las centrales nucleares. Pero la inspiración originaria, el libro que me dio las ganas de abordar este asunto, es La Centrale, de Elisabeth Filhol: una novela muy bonita y bien documentada.

¿Dónde rodó la película?
En una central de verdad. Los exteriores los hicimos en Francia, pero el interior de la central lo encontramos en Austria, donde había una central construida por completo pero que nunca entró en funcionamiento. Antes de activarla, preguntaron al pueblo, mediante referéndum, si estaba a favor o en contra de la energía nuclear y los austriacos dijeron que no. Así fue como la central se quedó tal cual: resultaba demasiado costoso desmantelarla. Allí dentro rodamos. 

¿Cómo reaccionaron los lobbies de la energía nuclear?
La industria nuclear en Francia es colosal. Casi el 80% de la energía proviene de las centrales nucleares; no se trata de un lobby, es energía de Estado. La película, no obstante, no toma partido ni a favor ni contra la energía nuclear. Si la EDF [n.d.t.: la mayor empresa energética en Francia] hubiese hecho investigaciones sobre mí y hubiera descubierto mi pasado activista, quizá habría sido más complicado hacer la cinta, pero no fue el caso. Nadie me puso trabas. Pude rodar a los pies de las centrales nucleares. Ni siquiera en Cannes fue visto como un film político, sino, más bien, como una denuncia de ciertas condiciones de trabajo. En la sala, cuando me vi con el público, aparecía de vez en cuando algún activista antinuclear pero también gente que trabaja en el sector y está a favor y estaba contenta de que se le diera visibilidad.

Es la segunda vez que trabaja con Léa Seydoux. ¿Puede ser que termine convirtiéndose en su actriz fetiche?
Léa es irresistible, una actriz formidable. Teníamos un vínculo estrecho ya desde Belle épine, que fue mi primera película y su primer papel en toda regla, aunque ya hubiese trabajado con Christophe Honoré y otros. No la descubrí yo, pero tuvimos la impresión de hacer nuestra primera película juntas. No había pensado en un primer momento en Léa para este papel pero cuando se confirmó que Tahar Rahim lo iba a protagonizar, se me ocurrió la idea de verlos juntos. Trabajaría de nuevo con Léa; no he acabado aún con ella.

Gary y Karole visten casi siempre la misma ropa; sin embargo, los personajes evolucionan. ¿A qué se debe esta elección?
La idea era que cada personaje fuese una vestimenta. Como héroes del western, tienen un uniforme que visten desde el principio hasta el final. La evolución se da en la progresiva intoxicación. Mi intención era que entrasen en diálogo dos mundos: uno asfixiante, el de la central nuclear, con un oficio duro y amenazante, y otro externo, hecho de pasión, pulsiones y naturaleza. En ambos hay peligro pero la catástrofe no proviene de la energía nuclear, sino del amor. Quería que el personaje de Tahar entendiese que el propio pellejo tiene un precio. Quería que entendiese, a través del amor, que la vida es valiosa y que hay que huir de aquel mundo cada vez más peligroso para ellos, ella embarazada, él contaminado. La segunda parte del film trata la manera en que conseguirá salir de él. 

¿Por qué acabar la cinta con Toni (marido de Karole) cabalgando en un toro mecánico?
Muchos me lo han preguntado, incluido mi productor, a quien la idea no gustaba en exceso. Era como cerrar un triángulo amoroso; es una amenaza que sigue cerniéndose sobre esa unión. No hay final feliz. Es como si la central nuclear hubiera ganado, en cierto modo. Además, quería un final un poco western. 

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(Traducción del italiano)

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