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Bernard Bellefroid • Director

“La construcción de los vínculos familiares me fascina”

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- Cineuropa se reunió con Bernard Bellefroid para hablar de su segundo largometraje, Melody, protagonizado por dos mujeres en busca de familia

Bernard Bellefroid  • Director

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: un retrato de dos mujeres que buscan dar un sentido a sus vidas.

Cineuropa: Con un tema tan fuerte, ¿era importante no acabar haciendo una película a modo de tesis?
Bernard Bellefroid: El film plantea al principio la pregunta sobre las madres de alquiler pero no pretendía formular ninguna tesis al respecto, ni a favor ni en contra. Mi intención no era juzgar sino plantear. Lo que juzgo al final es más bien la violencia social que lleva a Melody a convertirse en una madre de alquiler. La película parte de un hecho real atroz que tuvo lugar hace algunos años en Bélgica. Una pareja de belgas aceptó llevar el hijo de otra pareja holandesa. A medida que avanzaba el embarazo, las relaciones entre las parejas se deterioraron hasta el punto de que la pareja "portadora" empezó a chantajear a la pareja que esperaba el hijo. Además de eso, empecé a escribir justo después de la crisis de 2008, en un periodo en el que yo me encontraba estupefacto por la violencia social que conllevaba esta crisis y la manera en que creó una fractura en Europa y el conflicto generacional en que ha derivado. Toda vez que un personaje se encuentra en la mayor de las indigencias, no tiene nada más que vender y explotar que su propio cuerpo. Eso podría significar prostitución pero Melody opta por la maternidad de alquiler para poder hacer realidad sus sueños.

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Además de plantearse la maternidad, ¿la cinta no indaga en los vínculos familiares?
Ya sean de sangre o construidos, los vínculos son una cuestión que me fascina y sobre la que he vuelto a menudo en mis documentales y hasta en mi primera película de ficción. Al final, no es tanto el embarazo cuanto el conocimiento entre las dos mujeres lo que crea los vínculos de maternidad y filiación. Mi primera película era muy autobiográfica: el tema era muy, muy cercano a mí y tenía que ejercer violencia contra mí mismo para tomar las distancias necesarias para conseguir relatar una historia. Con esta película, por fin me sentí en condiciones más propicias para disponer de la distancia necesaria para escribirla bien. Por otra parte, no creo en un cine comunitarista, en el que sólo las mujeres pueden hablar de las mujeres, los africanos de los africanos, etc. y tampoco creo que haya cine de mujeres y cine de hombres. La película también tiene un lado un poco de cuento. Al principio, se presenta una cuestión social pero rápidamente la atención se centra en estos dos personajes extremadamente solos cuyos entornos apenas se intuyen. Al final, ambas se reencuentran (y se encuentran) en el aislamiento, en esa casa a orillas del mar, esa casa familiar un poco mágica en la que se establece un vínculo.

¿Cómo es que sus personajes pasan continuamente del francés al inglés?
Era una manera de trabajar con la carga emocional del idioma, en función de si alguien expresa algo en su lengua materna o no. En los momentos de tensión, los personajes tratan de llevar al otro a su zona de comfort lingüístico y el intercambio de ambos idiomas crea dinámicas dramáticas interesantes. También quería abordar el enfrentamiento entre los dos imperios que son Francia e Inglaterra, las diferencias culturales que puede haber entre un país en el que está autorizada la maternidad por alquiler y otro en el que se permite parir bajo el nombre de una equis. La enfermedad de Emily, que aparece en la segunda mitad de la película, es un medio de enfrentar a Melody al tema del futuro del niño que lleva consigo. Si su madre biológica muriera, ¿qué haría ella? Ella misma nació con el nombre de una equis, fue abandonada nada más nacer y desconoce la identidad de su madre. La situación le hace recordar cruelmente sus propios orígenes. ¿Está condenada a repetir la misma historia que debió de vivir su madre o será capaz de superar ese trauma?

¿Le resultó difícil conseguir financiación para la película?
Sí. En primer lugar, por razones técnicas, porque cuando uno realiza una segunda película, sobre todo en Francia, no hay ayudas específicas para esta situación y uno debe competir con los hermanos Dardenne o con Jacques Audiard para conseguir dinero, lo que, evidentemente, supone una ardua empresa. Además, yo contaba con un problema temático: estábamos en plena discusión sobre el matrimonio entre homosexuales, la cuestión de las madres de alquiler estaba en el meollo de todos los debates y como la película no pretendía tomar ninguna posición maniquea en el asunto, creo que generaba cierto recelo.

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(Traducción del francés)

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