16/05/2003 - Tras tres películas dedicadas a la música, el director alemán rodará un western. Mientras, preside la Caméra d’Or en Cannes

Win Wenders, el más estadounidense de los directores europeos, el más apátrida: una vida y una carrera entre Estados Unidos y Europa, buscando siempre los límites de la visión, ciudades habitadas por ángeles, rincones del mundo. Ahora vive entre Berlín y Los Ángeles. “De Estados Unidos detesto la posición política del gobierno de Bush, pero he aprendido a distinguir entre la gente y su gobierno”, dice. Su penúltima película es alemana y trata sobre un grupo de rock en Colonia. La última es estadounidense: una película sobre el blues, doce compases repetidos hasta el infinito, tres acordes para una voz, para hablar del mundo. El proyecto es ambicioso: siete directores, entre ellos Clint Eastwood y Martin Scorsese, para hablar del blues. Él, Wenders, es el primero.

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“Martin Scorsese me habló de su proyecto hace cinco años. Me gustó de inmediato porque, aunque muchas veces he dicho que el rock me ha salvado la vida, es cierto que el blues creó el rock. Por lo que, antes que nada debo mi vida al blues”, dice Wenders, con voz de estudioso de astrofísica y gafas como las del Bono de U2. “Decidí relatar la historia de tres músicos poco conocidos, Blind Willie Johnson, Skip James y J.B. Lenoir, porque son los que me gustan más. Y, al hacer la película, he ido conociendo mejor su historia. Con esta película termino una especie de trilogía de pequeñas películas sobre música. No haré más, porque se podría pensar que no sé hacer otra cosa. Sam Sheppard ha escrito una historia que pienso rodar, con él como protagonista. Se llamará Don’t Come Knocking, y será un western del siglo XXI. Lo rodaremos este verano en Montana.
Wenders preside este año el jurado de la Caméra d’Or en Cannes: “Quiero películas repletas de historia, no de efectos especiales. Quiero una vida real, no estilos. Estoy harto de los estilos bonitos”.