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PELÍCULAS / CRÍTICAS

El discurso del Rey

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- La historia se entrelaza con la intimidad en esta cinta ambientada en la vigilia de la 2ª Guerra Mundial. Una excepcional y premiada película de Tom Hooper protagonizada por Colin Firth

Si al escuchar el discurso de un miembro de una casa real usted nunca se ha conmovido, nadie puede reprochárselo. Sin embargo, Colin Firth, en la piel de Jorge VI pronunciando su discurso de protesta contra el agresor Adolfo Hitler, hace vibrar algo en su interior.

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–en primer lugar de la taquilla británica e irlandesa, 14 nominaciones a los premios BAFTA y un Golden Globe– narra la relación entre Albert Frederick Arthur George, que vivió bajo la sombra de su hermano mayor, Eduardo (interpretado por Guy Pearce), y el excéntrico logopeda Lionel Logue (un irresistible Geoffrey Rush).

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La película, ambientada en Londres durante el período invernal, nos muestra el Buckingham Palace y las ocasiones oficiales en las cuales el pobre Príncipe Alberto no logra abrir la boca a causa de una grave forma de tartamudeo. Durante una gran parte de la película, el director Tom Hooper y su fotógrafo Danny Cohen, se sirven de los primeros planos, utilizando objetivos con grandes ángulos. Así, Hooper nos obliga a “percibir” la ferocidad emocional de la situación: un representante de la Corona que no logra expresarse, evidenciando sus emociones personales. El momento es dramático: la Segunda Guerra Mundial está a punto de comenzar, el anciano Rey Jorge V fallece en enero de 1936 y Eduardo lo sucede pero pronto abdica para poder casarse con la estadounidense Wallis Simpson, divorciada hasta en dos ocasiones. Albert, por tanto, se convierte en rey.

En el marco de estos acontecimientos se lleva a cabo el encuentro-desencuentro entre Jorge VI y Lionel Logue, como si fueran una pareja de amantes caprichosos. Sobreviviente de tan ridículos como inútiles logopedas de la corte (lo obligan a hacer ejercicios con cinco bolitas de vidrio introducidas en la boca) y charlatanes varios, Albert prueba con este extraño australiano que tiene la obsesión de recitar a Shakespeare en el teatro. Será la enérgica e inteligente consorte Elizabeth Bowes-Lyon, futura Reina Madre (una pragmática Helena Bonham Carter), la que organice el encuentro. Logue es expeditivo, provocador, lo llama Berti porque no logra llamarlo His Highness Prince Albert of York; Albert, por consiguiente, escapa aterrorizado. Algún tiempo después, sin embargo, la asociación se consolida y Lionel Logue se convierte en el mejor amigo y consejero del rey.

Durante la película se sonríe a menudo. Los gags, muy british, nacen sobre todo del contraste entre la Alteza Real y el súbdito de las colonias. El primero está habituado a las genuflexiones, mientras que el segundo es un australiano interesado solamente por la brutalidad terapéutica. La escena de las malas palabras que el rey recita para soltarse la lengua es hilarante (prohibida a los menores de edad en los Estados Unidos). Pero el espectador comprende rápidamente que la de Logue es una sesión psicoanalítica. Estamos en 1939, el año en que muere Sigmund Freud, exilado precisamente en Londres. Las teorías sobre el inconsciente ya se afirmaron y el tartamudeo es considerado por muchos como un disturbio de la personalidad y no un defecto físico. Por pura coincidencia el apellido de Logue evoca la palabra logos, que para los filósofos griegos representa la manifestación del pensamiento; eso es lo que el terapeuta espera obtener de su paciente real. La escena del discurso a los súbditos mediante la radio es un momento conmovedor, que se puede leer a muchos niveles: la afirmación del yo, la psicopatología del liderazgo de un monarca que no tiene un verdadero poder pero que representa a su pueblo, y, sobre todo, la historia de una amistad basada en la reciproca y absoluta confianza.

El magnífico Geoffrey Rush soporta hábilmente, sin hacerle sombra, a un Colin Firth que, apoyado por las entusiastas criticas tras su interpretación en Un hombre soltero, de Tom Ford, confirma con esta película el despegue de una carrera.

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(Traducción del italiano)

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