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GIJÓN 2012

El efecto K. El montador de Stalin y de la Historia

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- El alicantino Valentí Figueres presentó en Gijón su último trabajo: una apasionante película ensayística a caballo entre el documental y la ficción cinematográfica

Una de las películas más interesantes que pudimos ver en el pasado festival internacional de cine de Gijón se presentó en la sección Rellumes y se titula El efecto K. El montador de Stalin. Si en Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera (2009), el documentalista alicantino Valentí Figueres ya repasó la agitadísima vida de un héroe anarquista durante la Guerra Civil española, en su nuevo trabajo el protagonista es un tal Maxime Stransky, un actor y cineasta aficionado revolucionario y amigo de la infancia de Sergei Eisenstein que se convertirá en espía a las órdenes de Stalin.

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Uno de los grandes aciertos de Figueres a la hora de plasmar esta “valiente exploración de otra manera de narrar en el cine” es que su arriesgada “reflexión sobre lo relativo de cómo construimos la realidad” se reproduce en varios planos simultáneos y relacionados entre sí. El guion, obra del director y de Helena Sánchez, sigue, en primer lugar, los pasos de Stransky (Jordi Collado de joven, Valentí Piñot de adulto y Jordi Boixaderas en la voz en off) a través de la Revolución de Octubre, el Crack de 1929, la Guerra Civil española, toda la Segunda Guerra Mundial, los gulags... En segundo lugar, el protagonista, en su trabajo de espía al servicio de la URSS, traiciona su amistad con Eisenstein y se convierte en un famoso productor en Hollywood bajo el seudónimo de Max Ophüls. En tercer lugar, Stransky es un hombre pegado a una cámara y filma sin descanso su propia doble vida, a caballo entre Rusia y EE. UU., donde viven sus dos familias. “La gran metáfora del cine” se manifiesta en todo su esplendor.

La fabulosa fotografía de Pablo García, que alterna el uso del blanco y negro, del sepia y del color, se adapta a las necesidades de un montaje protagonista, en el que participan el director, la coguionista, el fotógrafo y Carles Candela y que combina estilos y citas, acción real e imágenes de archivo. El film-ensayo resultante no suelta al espectador en ningún momento a pesar de sus más de dos horas de duración, canaliza un torrente de estímulos que trasciende la apasionante odisea del personaje y la moralidad de sus actos y pone en tela de juicio la credibilidad de la historia, entendida con mayúscula o minúscula, como realidad o ficción, axioma o montaje, certeza o memoria. Como dice Maxime, “el pasado es imprevisible”.

El efecto K. El montador de Stalin, es una producción del propio Valentí Figueres para Los sueños de la hormiga roja. Su presupuesto giró en torno a los 750.000 euros. Su estreno en España está previsto para el próximo invierno.

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