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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Hold Back

por 

- El talentoso director debutante Rachid Djaïdani causó sensación en la Quincena de los Realizadores con una película urbana, mestiza y cadenciosa que da pie tanto a la risa como a la lágrima trágica.

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entrevista: Rachid Djaïdani
ficha de la película
]
, de Rachid Djaïdani, fue una de las mayores sorpresas de la Quincena de los Realizadores de Cannes en 2012, donde se alzó con el premio Fipresci). La cinta, decididamente urbana, es en realidad la obra de un beduino de orígenes sudaneses y argelinos que debuta en el cine convirtiendo su cámara en un bolígrafo (la película se hizo en nueve años sin presupuesto alguno) que, con un montaje dinámico, nos lleva de camino (Djaïdani precisa: "solo me interesa la verdad") por un París en el que los lugareños reconocerán el verlan (argot característico de Francia) y la melodía de las voces y los juegos verbales que se dan en los barrios más mestizos de la capital. Autor de trayectoria multidireccional (trabajó como asistente en la película El odio, es campeón de boxeo y fue actor de televisión antes de formar parte del grupo de Peter Brook, hacerse novelista y dirigir documentales), Djaïdani presenta una realidad fácilmente reconocible en una película original, divertida y poderosa bajo cuya capa de espontaneidad y lenguaje callejero esconde refinadamente un propósito sobrecogedor.

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Hold Back relata una situación inextricable. El punto de partida, sin embargo, es simple: Sabrina y Dorcy se aman y quieren casarse. El problema es que ella es de origen argelino y tiene 40 hermanos que no dejan de recordárselo, empezando por el inflexible y patibulario hermano mayor, Slimane. Dorcy, a su vez, es un negro cristiano que sueña con convertirse en actor, y, aunque los africanos del norte y del sur lucharon juntos en Belleville y Stalingrado, un matrimonio entre dos personas de distinta procedencia es inconcebible. De hermano en hermano, de calle en calle, el rumor de los proyectos matrimoniales de Sabrina circula rápidamente por toda la comunidad y provoca en casi todos la misma reacción de rechazo.

Esta tesitura, vieja como el mundo y causante de múltiples tragedias, reales y ficticias, se manifiesta aquí en toda su absurdidad y sin perder la gracia en ningún momento, dando lugar a jocosas escenas en las que se ridiculizan las contradicciones (buena parte de los magrebíes de París no dicen ser árabes más que cuando les interesa, apunta une Sabrina irritada). Podemos destacar la escena en la que uno de los hermanos de la protagonista comparte dátiles (que la policía confundió con hachís) con un colega "africano" (entiéndase negro) mientras le explica que una árabe no puede casarse con una "negra" y no entiende por qué el otro se mosquea. En otra escena, los personajes se muestran estupefactos ante una encuesta sobre las minorías de sus calles ("¿Qué minorías?").

La música, el baile, las artes vivas del mundo contemporáneo en general, de las que tanto gusta Djaïdani, son otro de los grandes atractivos de Hold Back, que también da cuenta de la diversidad palpable en este sentido. El oficio de Dorcy permite al director montar divertidas secuencias sobre el arte dramático, así como una escena terrible en la que a través de los medios cinematográficos se abre la válvula por la que escapa todo el odio del Otro en la letanía de Slimane, again and again, hasta que el conflicto no aparece como lo que es realmente: un desgarro interior. Este sentido del matiz y este humor del autor le ahorran precipitadas simplificaciones y muestran toda la complejidad de la realidad. Todo parece fácil y bonito cuando Sabrina y Dorcy tocan juntos el piano, pero ciertos atavismos, insoslayables, tienen doble filo, volviendo todo "demasiado complicado". Algo infinitamente triste lleva dentro esta película tan vivaz que hace reír y sonreír desde el principio hasta el final.

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(Traducción del francés)

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