30/08/2002 - En Venecia Las hermanas Magdalenas. El segundo largometraje del director escocés es una valiente denuncia contra la crueldad de una de las instituciones católicas de Irlanda

Tal vez ninguna prisión haya sido tan injusta y cruel como la creada por la Iglesia católica en el siglo XIX en una Irlanda devastada por la pobreza y torpemente escrupulosa en la observación de dogmas y preceptos. Clausurados en los umbrales del siglo XXI, los Institutos Magdalene albergaron a centenares de jóvenes mujeres abandonadas por sus familias y encerradas allí por la única culpa de ser huérfanas o sólo pobres, de haber sufrido un estupro o dado a luz un hijo fuera del matrimonio. Hurgando en este pasado reciente, el actor y directorPeter Mullan plantea su segundo largometraje,Las hermanas Magdalenas, con la mirada aguda y “lengua mordaz” que le son propias, relatando la historia de los abusos físicos y mentales padecidos por centenares de jóvenes mujeres que pasaron su vida como siervas de Dios viviendo una pesadilla de reminiscencias medievales. “También yo soy católico”, ha dicho el director, “mi alma fue entregada a Dios cuando tenía sólo dos semanas y de adulto, para ayudar al prójimo, he estado en contacto con algunos conventos. Trabajé estrechamente con una monja de un centro de ayuda a mujeres en apuros y puedo decir que es la persona más mala que he conocido: con su delgada voz amable decía cosas de una crueldad irrepetible”. El autor de Orphans y premiado protagonista de Mi nombre es Joe, se inspira en un documental transmitido por Channel 4 y denuncia con coraje la realidad de una iglesia que parece haber perdido el sentimiento de la compasión y que debería reflexionar sobre las cosas que ha hecho en el siglo XX antes de enfrentar el XXI. Hábil a la hora de reunir un reparto extraordinario de actrices irlandesas, el director escocés se hace eco de la lección de Ken Loach y rueda en secuencia el guión completo. “Una técnica que me ha asegurado la intensa participación de las actrices”. Una historia que, por otra parte, no se circunscribe a las fronteras irlandesas o escocesas, sino que tiene una triste validez universal. “Durante el rodaje me di cuenta de que la Iglesia católica no está tan lejos de la musulmana”, ha dicho Mullan, que concluye: “Todas estas religiones tan poderosas tienen la característica común de considerar a la mujer como la única portadora del pecado, y hacen que pague su feminidad con violencia”.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)