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LOCARNO 2025 Cineastas del Presente

Ion de Sosa • Director de Balearic

“Trabajo con la sensación de estar en familia y sin restricciones en lo creativo ni lo formal”

por 

- El director vasco habla sobre su fábula lisérgica a medio camino entre la comedia y el terror

Ion de Sosa • Director de Balearic
(© Locarno Film Festival/Ti-Press)

Han pasado 15 años desde el debut de Ion de Sosa con el documental True Love, y este tiempo le ha servido para convertirse en el hombre orquesta de referencia del cine alternativo español. El director, guionista, director de fotografía y productor presenta Balearic [+lee también:
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en la sección Cineastas del Presente del Festival de Locarno, un paso firme en una carrera estimulante que cada vez le aproxima más a un público amplio.

Cineuropa: Eres un cineasta difícil de clasificar y tus películas son siempre únicas e incomparables. ¿Cómo describirías Balearic?
Ion de Sosa:
Yo empecé a escribir Balearic hacia 2019 y en ese momento nace como una reflexión interna sobre la crisis de los 40. Llega ese momento en el que reflexionas sobre lo que eres, lo que has soñado ser, sobre si estás haciendo algo útil y bueno para la sociedad en la que vives... Nace de una cierta autocrítica, planteándome si podía seguir viviendo, de algún modo, ajeno a todo lo que pasaba a mi alrededor. Nace en definitiva de observar si de esa casuística individual se podía extraer algo universal.

La película se centra en un grupo de gente rica, antipática y desconectada de su entorno. Tu cine es colectivo, con un punto combativo, hecho con compañeros con los que colaboras habitualmente. ¿Este contraste da más potencia a lo que la película cuenta?
Pues creo que sí. He tenido la suerte de contar con gente como Héctor Arnau, del grupo Las Víctimas Civiles y si hay alguien combativo es él; María Llopis, que viene del mundo del postporno; Sofía Asencio, que hace propuestas escénicas muy vanguardistas; además de Julián Genisson, Lorena Iglesias o Marta Bassols que son colaboradores más habituales. También durante el rodaje en Alicante acudimos a gente que pudiese estar cerca, y acabó saliendo un grupo extraordinario al que me ha encantado retratar.

La película tiene un tono fantasioso y colorido, opuesto al habitual en el cine social español, pero apunta temas que marcan la actualidad en España y en el mundo. ¿Qué me puedes decir de esto?
Me gustaba que todo tuviese un tono de fábula, huir de un naturalismo realista y conseguir que la película tuviese un aura de cuento. Yo pensaba bastante en Hansel y Gretel, el paralelismo entre los jóvenes que se encuentran con esa casa lujosa y lo que pasa en ella y la casa de caramelo y el horno de la bruja. Salvando las distancias, me he fijado en películas de tradición más española como El ángel exterminador, Mamá cumple 100 años, Las truchas, o cosas más actuales como El triángulo de la tristeza [+lee también:
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. Me gustaba la idea de retratar a un grupo de gente aislada en su castillo, gente que siente que ya lo ha conseguido todo en la vida y tiene una actitud indolente y conservadora ante todo lo que pasa fuera, como si no fuese con ellos. Y el incendio es un símbolo de todos los males que nos asolan a todos y que a esta gente parecen no preocuparles mucho.

Tu cine es desafiante y a priori no muy fácil de encajar en circuitos mainstream, pero disfrutas de una posición cada vez más sólida en la industria y la popularidad de tus trabajos es cada vez mayor. ¿Como ves tu posición como cineasta?
Yo creo que estoy haciendo un viaje de descubrimiento del medio. Desde True Love, que era algo más íntimo y formal, pasé a Sueñan los androides [+lee también:
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, en la que entraban ya más personajes y más complejidad dramática. Lo mejor es que me puedo permitir seguir aprendiendo y he encontrado unos socios para el camino que son fantásticos: Leire Apellániz, Miguel Molina, Marina Perales, Xavier Rocher. De alguna manera me ayudan a seguir explorando esa vía de descubrimiento del medio sin abandonar la ambición de llegar cada vez a más espectadores. Y todo esto trabajando con la sensación de estar en familia y sin restricciones en lo creativo ni lo formal.

Tienes una dilatada carrera como director de fotografía y, sin embargo, en tus dos últimos trabajos delegas esta función. ¿Por qué tomas esa decisión?
El director de fotografía tiene una responsabilidad muy grande sobre la imagen, y cuando eres director se amplían las responsabilidades, desde lo más nimio a lo más esencial depende de ti. En mi caso, compaginar esas dos tareas es imposible, y además me encanta trabajar con gente como Cristina Neira en Balearic o Jorge Castrillo en mi anterior mediometraje Mamántula.

Me gustaría que me hablases un poco de dos secuencias muy espectaculares de la película: la de los perros y la del helicóptero. ¿Cómo fue su rodaje?
Para la secuencia de los perros conté con Andrés Albarracín, un coordinador de secuencias con animales, al que conocí a través del programa de residencias de la Academia de Cine. Él y mi ayudante de dirección, Óscar Santamaría, fueron fundamentales para sacar adelante una secuencia que implicaba un dispositivo técnico y humano muy complejo. Y fue complejo también rodar la escena del helicóptero, del que dispusimos solo durante media jornada. En ambos casos aprendí que escenas como estas exigen su propio ritmo de rodaje, implican un tiempo de dedicación que no se puede negociar y al que te tienes que entregar por completo, y eso me gustó mucho.

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