21/11/2022 - En su fascinante película, triunfadora en el IDFA, Lea Glob empieza un retrato de una artista, y acaba firmando dos

Lea Glob acompañó a la protagonista de su documental Apolonia, Apolonia [+lee también:
tráiler
entrevista: Lea Glob
ficha de la película], la pintora Apolonia Sokol, durante muchos años. Tantos, que resulta difícil saber qué fue lo que realmente captó su interés en un principio, durante aquel primer encuentro en 2009. “Me resultó familiar y extraña al mismo tiempo”, dice Glob. Y todavía lo parece.

Esta obra sencilla e íntima, que triunfó en IDFA este año (ver la noticia), lo que supone un gran cambio tras la victoria de Mr. Landsbergis [+lee también:
crítica
ficha de la película], de Sergei Loznitsa, en la edición anterior, no se propone revelar los misterios de nadie. Se trata más bien de observar las luchas personales de Apolonia, de acompañarla durante esa época enloquecedora en la que estás a punto de alcanzar algo, cualquier cosa, de averiguar qué es lo que realmente te gustaría hacer. De hecho, la película funciona en ambas direcciones, con Apolonia (que parece la hermana perdida de Sean Young) filmando a Glob de vez en cuando. Ambas sienten curiosidad por la otra y por lo que la vida les puede deparar. Son iguales.

Es interesante que las relaciones con los hombres, aunque implícitas, permanezcan en un segundo plano. Los vínculos más importantes son los que Apolonia comparte con el teatro de París, donde creció, o con la artista ucraniana y cofundadora de Femen Oksana Shachko, una figura fascinante en sí misma. Cuando pierde el primero, también se encuentra a la deriva como artista. Parece que es posible ser un “espíritu libre” y, al mismo tiempo, anhelar el hecho de estar arraigada en algún lugar. Cuando eso desaparece, las cosas se complican.

Poco después, en medio de una cacofonía de diferentes idiomas y consejos contradictorios, pasa de ser una artista prometedora a estar frustrada, intentando triunfar en Los Ángeles, donde parece que es más barato comprar al artista que el arte. La película presenta algunas ideas interesantes sobre lo que se necesita para triunfar hoy en día en ese mercado, o en cualquier otro mercado, mientras se requiere que Apolonia pinte cada vez más rápido, hasta acabar abarcando demasiado. Parece un argumento válido, fácilmente trasladable a muchos otros ámbitos, incluido el periodismo. Si quieres triunfar, tienes que mantener el ritmo. Aunque, de esta forma, el trabajo puede resentirse, y los demás acabarán notándolo. De hecho, tú misma puedes notarlo.

Estos momentos de toma de conciencia dan lugar a un retrato muy complejo, con esperanzas y frustraciones que colisionan a cada minuto. No obstante, Apolonia, Apolonia sigue siendo extrañamente edificante. No trata de evitar el dolor insoportable, ni las decepciones, pero hay algo hermoso en ver a mujeres jóvenes siendo libres para experimentar.

Tal vez la parte más reveladora (aunque también desgarradora) de la película es cuando Apolonia escucha (o al menos eso dice) que ella es más interesante que su arte. Cree que es porque es una mujer, y puede que tenga razón. Pero, de algún modo retorcido, también es la razón por la que funciona tan bien como protagonista de una película. Glob no puede apartar los ojos de esta mujer, ya sea celebrando, derrumbándose o cortándose el flequillo, y la sensación es realmente contagiosa.

Pero la cineasta también está cambiando, creciendo, y cuando finalmente dice: “Voy a apagar la cámara”, parece un paso difícil pero necesario para ambas. Sus historias están lejos de haber terminado, pero esta época concreta de sus vidas ha pasado. Habrá otras luchas, pisos y amistades diferentes (con suerte, más grandes). Y quizás Glob vuelva a encender la cámara en algún momento.

Apolonia, Apolonia es una producción de HBO MAX y Danish Documentary Production (Dinamarca), coproducida por Staron Film (Polonia). CAT&Docs se encarga de las ventas.

(Traducción del inglés)