Crítica: Samsara
por Alfonso Rivera
- BERLINALE 2023: El artista gallego Lois Patiño ofrece su película más narrativa y dinámica a la par que radical, un experimento sensorial que invita al público a vivirlo con los ojos cerrados
Acompañar a un alma por dos cuerpos diferentes. Eso ofrece Lois Patiño en Samsara [+lee también:
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ficha de la película]. Con él participa en la sección Encounters de la edición número 73 de la Berlinale, abierta a todo tipo de experimentaciones. Eso es este film rodado entre Laos y Zanzíbar, dividido en dos partes (cada una fotografiada por un cámara diferente, Mauro Herce en el primer país y Jessica Sarah Rinland en Tanzania) y con una arriesgada etapa central de tránsito, de 15 minutos de duración, durante los cuales se anima al espectador a cerrar los ojos y dejarse llevar por los sonidos y destellos que se detectan en la oscuridad, con los párpados bajados.
Porque Samsara pretende ser un viaje emocional y sensorial. La película está imbuida de espiritualidad, desde los paisajes laosianos donde unos monjes visitan lugares de una naturaleza hechizante y un joven lee el Libro tibetano de los muertos a una anciana a punto de transitar a otro cuerpo, hasta los sueños que algún personaje experimenta o a esa mencionada transición salpicada de voces, fogonazos y colores hasta llegar a otro enclave diferente, pero igualmente fascinante.
Filmada en 16 mm, Samsara logra hechizar a aquel espectador que se aproxime a ella dispuesto a dejarse seducir por otras culturas, estados anímicos y creencias. Su ritmo cadencioso, la actitud sosegada de sus personajes y hasta los momentos más artísticos y experimentales (sobreimpresiones, virados de color y otras labores de montaje y postproducción) condujeron a quien firma estas palabras a un estado cercano a la relajación, la paz y la contemplación.
Además, la narrativa –lineal y dinámica– que maneja aquí Patiño dista bastante de la empleada en todos sus trabajos previos (tanto cortos como largometrajes), aunque la presencia omnipotente del paisaje, como un enorme lienzo donde el humano sólo es una pincelada más, sigue siendo esa nota autoral fácilmente detectable.
Con la amenaza del turismo y la modernidad fuera de campo (pero presente en alguna conversación), el cineasta invita al público a hacer este viaje geográfico y espiritual, a enfrentarse a las diferentes percepciones que ofrece el film, tanto en el marco de la realidad como en el onírico. Es ese terreno, ubicado entre lo visible e invisible, el arte y la cinematografía, lo real y lo que está más allá de la muerte, es donde ha vuelto a experimentar, sin miedo al riesgo, el vigués Patiño con su nueva película.
Samsara es una producción de Señor y Señora que ha contado con el apoyo del Jeonju Cinema Project, entre otras instituciones. De su exportación se ocupa Bendita Film Sales.
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