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SUNDANCE 2024 Competición World Cinema Dramatic

Crítica: Veni Vidi Vici

por 

- El largo de Daniel Hoesl y Julia Niemann muestra cómo a veces los superricos se divierten bastante matando a los currantes como si fueran hormigas bajo una lupa

Crítica: Veni Vidi Vici

La legendaria frase de Alberto Sordi en El marqués del Grillo, de Mario Monicelli, podría ser una sinopsis bastante precisa de Veni Vidi Vici [+lee también:
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, el largometraje de Daniel Hoesl y Julia Niemann. En la comedia de 1981, el popular actor italiano interpreta el papel protagonista y, esbozando una sonrisa condescendiente, dice arrogantemente ante varios pueblerinos: “Lo siento, pero yo soy quien soy, y vosotros no sois nadie”.

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La semana pasada, Veni Vidi Vici tuvo su estreno mundial en el Festival de Sundance, y actualmente se proyecta en la sección Harbour del Festival Internacional de Cine de Róterdam.

El tema central de la película de Hoesl y Niemann transmite algunas perlas de sabiduría un tanto anticuadas: los superricos están mimados y se aburren, pero creen que su poder es ilimitado. El concepto no destaca por su originalidad, especialmente si pensamos en algunas películas recientes, desde éxitos mundiales como El triángulo de la tristeza [+lee también:
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En Veni Vidi Vici, el dúo de directores no se esfuerza por ocultar sus intenciones. De hecho, la película se divide en los tres capítulos titulares y comienza con el asesinato injustificado de un ciclista incauto, al que dispara un multimillonario llamado Amon Maynard (interpretado por un admirablemente odioso Laurence Rupp). Este cazador superrico y apasionado mata por diversión a transeúntes o víctimas al azar, pero no se atreve a disparar a los animales, mientras se comporta como un padre cariñoso, participa en negocios un tanto turbios y deja que su hija Paula (Olivia Goschlher) se familiarice con los rifles y las balas. La aburrida voz en off de la niña también está presente a lo largo de la película.

Mientras tanto, su madrastra Viktoria (Ursina Lardi) interpreta el papel de una mujer cuya principal tarea parece ser únicamente ampliar la dinastía Maynard mediante la procreación natural o subrogada. Se trata de un instinto muy primitivo, casi tribal, que encaja bien con los intentos más o menos directos de Maynard de desafiar al sistema y burlarse de sus falacias. A nivel narrativo, este último enfoque tampoco aporta nada nuevo, ya que se hace eco del perverso mecanismo “atrápame si puedes”, presente en la psique de muchos asesinos en serie, así como de la trama de clásicos como Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (1970), de Elio Petri.

Pronto entendemos que Maynard es básicamente imposible de detener, por lo que es libre de practicar su afición a plena vista. Cuando un testigo presencial, un viejo guardabosques llamado Alois Sepperer (Haymon Maria Buttinger), se acerca a la comisaría, nadie le cree y es literalmente expulsado a patadas por los agentes.

En general, la propuesta de Hoesl y Niemann hace uso de algunos tópicos bien engrasados y de recursos narrativos hiperbólicos. La banda sonora es probablemente el elemento más interesante que ofrece: compuesta por voces extrañas y gritos abstractos, breves patrones de batería y esporádicos crescendos vocales, además de conocidas piezas clásicas como el Bolero de Maurice Ravel y el vals Danubio azul de Johann Strauss.

En última instancia, los cineastas logran cumplir los objetivos satíricos y alegóricos de su película, y la secuencia final es lo suficientemente contundente. La subtrama relacionada con Volker Carlotta (Dominik Warta), un periodista que busca destapar los crímenes de Maynard, resulta demasiado precipitada, pero es lo suficientemente convincente como para formar parte de esta historia que gira en torno a un despiadado juego mortal.

Veni Vidi Vici es una producción de la austriaca Seidl Film Produktion. La empresa estadounidense Magnify se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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