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CANNES 2024 Proyecciones especiales

Crítica: Ernest Cole, Lost and Found

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- CANNES 2024: El estimulante documental de Raoul Peck celebra el famoso fotoperiodista y cronista del apartheid sudafricano

Crítica: Ernest Cole, Lost and Found

Tal y como se ha podido demostrar en obras como Buscando a Vivian Maier y Tish [+lee también:
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, la joya británica del año pasado, los documentales que triunfan no tienen por qué ser sobre fotógrafos famosos, ya que los menos conocidos también pueden tener un éxito rotundo. Ernest Cole, Lost and Found, de Raoul Peck, que se ha llevado el Ojo de Oro este año en Cannes (leer la noticia), da visibilidad al trabajo del reportero que da título a la película. Asimismo, muestra cómo su labor contribuyó a cambiar la historia de la Sudáfrica del apartheid, lo cual contrasta con cómo se desvanece poco a poco la figura detrás de esta hazaña. La película, que recuerda indudablemente —tanto en método como en claridad argumental— a I Am Not Your Negro [+lee también:
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, el homenaje de Peck a James Baldwin que obtuvo una nominación al Óscar, recorre con acierto el destino de quienes lucharon contra el apartheid, pero más tarde fueron condenados, castigados y, en el caso de Cole, exiliados. Impulsada también por el considerable apoyo de la producción francesa, la película se ha estrenado como proyección especial en la Croisette.

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Al igual que Asif Kapadia, Peck empezó en el teatro, pero es el cine documental lo que le ha llevado realmente a darse a conocer, aunque realizado con cierto dinamismo y un marcado estilo. Su enfoque da prioridad al aspecto visual en todo momento, por muy articulada que sea la voz en off que expresa algunos de los pensamientos de un Ernest Cole al que interpreta LaKeith Stanfield, y es que la vívida fotografía en blanco y negro de 35 mm de Cole es mejor que cualquier reconstrucción histórica. Por otro lado, las inserciones ocasionales de metraje contemporáneo en color, como un plano gran angular desde el parabrisas del coche en las llanuras rurales sudafricanas, ayudan al espectador a deleitarse con el puro esplendor pictórico. La narración sigue a Cole durante sus diez años de recopilación de material —que se ejemplifican a través de un informe sobre la masacre de Sharpeville de 1960 en la que estuvo presente— con el fin de elaborar su canónico fotolibro House of Bondage, un documento fundamental sobre la segregación institucional que concentró la atención internacional cuando Gran Bretaña y otros países iniciaron el aislamiento diplomático y los boicots.

Con los movimientos antiapartheid obligados a pasar a la clandestinidad, y con un Nelson Mandela que se disponía a comenzar su encarcelamiento de 27 años en 1962, estaba claro que el horno no estaba para bollos, y Cole y otros como él eran conscientes de ello. Así pues, el fotógrafo se trasladó al Nueva York de la época de los derechos civiles, tal y como habían hecho sus contemporáneos artísticos Miriam Makeba y Abdullah Ibrahim, y al principio vio cómo su trabajo contaba con el apoyo de organismos de financiación como la Fundación Ford, institución para la que colaboraría en una serie de fotos sobre el Jim Crow South. Sin embargo, a pesar de que sus fotos anatomizaban de forma artística y directa las situaciones más sombrías, Peck se atreve a hacer que la última parte de su película sea mucho más indirecta y elíptica.

Y es que, tras esta primera temporada en Nueva York, su vida se fue poco a poco desmoronando. A pesar de que Cole destiló con tanta fuerza el tenor de su antiguo hogar, a su exilio geográfico se unió gradualmente uno emocional y mental. Con su pasión por la fotografía en decadencia y su pasaporte sudafricano confiscado, se le permitió temporalmente entrar en Suecia —de lo que se hablará más adelante—, Dinamarca y el Reino Unido, antes de regresar totalmente empobrecido a Estados Unidos, donde la narración de Stanfield corrobora los rumores de que era uno de los vagabundos de la ciudad. Su indigencia contrasta tristemente con los vientos de cambio en su país, con elecciones democráticas en el horizonte a principios de la década de 1990. Todo esto constituye un conmovedor reflejo de cómo la actividad creativa, entrelazada con la agitación política, puede alimentar metafóricamente el corazón de una persona; desprovisto de ambas, y en cualquier nuevo lugar en el que se estableciera, el impacto de la apatridia y la alienación acabaron por destruirle.

Los negativos encontrados misteriosamente en un banco de Estocolmo proporcionan los escaneados de nítida resolución que Peck utiliza en su película. La historia vuelve a cobrar vida, las fotos salen a la luz y apuntan a una realidad pasada que no podemos pasar por alto 30 años después del fin del apartheid, y más teniendo en cuenta que se proporcionan de forma convincente analogías entre este pasado y las crisis de hoy en día. Este escritor de ascendencia judía sudafricana se fue dando cuenta poco a poco de que ya había oído el nombre de Cole y visto algunas de las imágenes, lo cual constituye una coincidencia perfecta.

Ernest Cole, Lost and Found es una coproducción entre Francia y Estados Unidos que han llevado a cabo Velvet Film y ARTE France Cinéma. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de mk2 films.

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(Traducción del inglés)

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