Crítica: The Sparrow in the Chimney
por Giorgia Del Don
- Esta vez solo como director en solitario, Ramon Zürcher nos encandila con su inconfundible estilo mediante una película de tonos oscuros con la que cuestiona el concepto de familia heteronormativa

Aunque el director de The Sparrow in the Chimney [+lee también:
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ficha de la película], que compite por el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno, no es otro que Ramon Zürcher, su hermano Silvan, con quien dirigió su anterior película La chica y la araña [+lee también:
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ficha de la película], también tiene presencia en este nuevo trabajo del cineasta, ya que es el responsable de producción de la película. Pero lo que crean los hermanos Zürcher no son “simples” películas, sino verdaderos universos con tantos detalles que resulta imposible contabilizarlos. Adentrarse en su mundo es un poco como hurgar en el sombrero de un mago y no parar de sacar objetos misteriosos e intrigantes. Empezando por los títulos de sus obras (The Strange Little Cat [+lee también:
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ficha de la película], L a chica y la araña y The Sparrow in the Chimney), las películas de Ramon —y Silvan— están repletas de un sinfín de pequeñas pistas que los espectadores debemos recoger para poder completar el puzle que nos lleve a reconstruir una historia que parece continuar de una obra a otra. Y es que lo que todas tienen en común, incluyendo esta última película, es una observación meticulosa de la dinámica social entre familiares y amigos, cuyo objetivo no es otro que el de poner el foco en todos esos pequeños momentos que ponen de relieve la artificialidad de esta dinámica y revelan las debilidades individuales de cada uno.
Las protagonistas de The Sparrow in the Chimney (como en todas las películas de los hermanos Zürcher, las mujeres constituyen la piedra angular de la historia) son dos hermanas muy diferentes: la fría —por no decir gélida— Karen (Maren Eggert) y la extrovertida Jule (Britta Hammelstein). La primera vive con sus dos hijas adolescentes, su hijo más pequeño y su marido Markus (Andreas Döhler) en la bucólica casa de sus padres, la cual están dejando preparada entre todos para una fiesta con motivo del cumpleaños de Markus. Jule, por su parte, vive lejos con su marido y sus dos hijos pequeños. Por otro lado, también está la misteriosa cuidadora de perros, una antigua bióloga —como ella misma se describe— interpretada Luise Heyer que vive en una casita a orillas de un lago y que resulta ser la amante de Markus. El día anterior a la fiesta de cumpleaños, cuando Jule llega a la casa familiar que alberga todos esos dolorosos recuerdos relacionados con su difunta y despótica madre, todo parece tambalearse. Entre bellas imágenes de naturaleza virgen y palabras que hieren como cuchillos, la cohesión familiar va resquebrajándose poco a poco.
Insultos como “¡eres un monstruo!”, “no creas que te quiero solo porque eres mi madre” o “te odio”, que se sueltan con una pasmosa frialdad y falta de escrúpulos, resuenan por toda la casa familiar con una gracia lúgubre, como si fueran pronunciados con la intención de absorber a todos y a todo y destruir cualquier atisbo de esperanza. Karen, que se ve asfixiada por una sucesión de recuerdos terribles y dolorosos, por fotos, objetos, vajillas doradas y muebles de otro tiempo, lucha por liberarse de un pasado que la destruye lenta pero inexorablemente y la convierte en una estatua cada vez más fría y vacía por dentro.
A años luz de la tranquilizadora perfección que la sociedad asocia siempre con las familias heteronormativas, la película reflexiona sobre las relaciones de poder y las contradicciones que habitan en un grupo de individuos unidos por lazos de sangre que ahora parecen haberse vuelto tóxicos. Pero, ¿y si la única forma de que empiecen a amarse a sí mismos es que olviden sus deberes como hijos, padres, hermanas, etc., y se redescubran más libre y sinceramente como algo nuevo, como gorriones que escapan de la chimenea en la que están atrapados?
La película, que constituye una especie de cuento de hadas distópico con tintes de película de terror, transporta al espectador a un mundo cruel —pero no por ello falto de sinceridad— en el que las personas se han liberado de los dictados de una sociedad empeñada en asignar papeles a cada uno de nosotros al nacer, y por fin empiezan a descubrir su verdadera naturaleza animal, salvaje y desafiante.
The Sparrow in the Chimney ha sido producida por Zürcher Film GmbH (Suiza) y SRF Schweizer Radio und Fernsehen, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de Cercamon.
(Traducción del italiano)
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