Crítica: El repartidor está en camino
por Susanne Gottlieb
- Martín Rejtman sigue el día a día de un grupo de riders de aplicaciones de comida a domicilio en Buenos Aires pero no consigue articular una narrativa precisa

Más del 20 % de la población de Venezuela ha emigrado en las últimas décadas. De todos ellos, 220.000 se fueron a Argentina, como nos informa un texto al comienzo de El repartidor está en camino [+lee también:
tráiler
ficha de la película], de Martín Rejtman, proyectada este año en Intersección - Festival Internacional de Cine de A Coruña tras su estreno mundial en la sección Burning Lights de Visions du Réel, donde recibió el premio especial del jurado. Podríamos suponer que se trata de una película sobre la diáspora venezolana, hasta que la cámara enfoca a los repartidores de comida que pululan por la ciudad de Buenos Aires en bicicleta, con sus mochilas verdes, azules y naranjas, como una lección de puntillismo.
Estamos en 2020, el COVID está en alza y los pedidos a domicilio tienen cada vez más demanda. Se supone que estos repartidores son venezolanos, aunque para el oído inexperto, el acento es indistinguible. ¿Por qué han abandonado Venezuela para repartir comida en Buenos Aires? No está claro. Rejtman, conocido por sus anteriores películas de ficción, entre las que se incluyen títulos de humor sarcástico como Silvia Prieto (1999) y La práctica [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Martín Rejtman
ficha de la película], no se sumerge en las causas del éxodo venezolano, que supuestamente se debe a las consecuencias del régimen de Nicolás Maduro, ni convierte a sus protagonistas en seres tridimensionales de carne y hueso.
Les vemos enfrentarse a bicicletas rotas (que tienen que sustituir por otras urbanas, no precisamente baratas), o preguntarse por qué les envían varias manzanas a pie para hacer una entrega. “No lo aceptes”, recomienda otro repartidor. Al fin y al cabo, el tiempo es dinero, y ellos no ganan mucho. Sin embargo, llegados a este punto, uno se pregunta para quién está hecha esta película. Su compromiso a la hora de dejar que las imágenes hablen por sí solas podría alienar al público no hispano, que seguramente no consiga detectar todas las claves sociales y culturales.
Por momentos, El repartidor está en camino parece una película sobre la mecanización masiva del reparto durante la pandemia, en la que los restaurantes y centros comerciales formaban una auténtica cadena de montaje fordiana del siglo XXI en torno a las comidas a domicilio. La cámara se mantiene alejada, observando la tarea de recoger pedidos y entregarlos una y otra vez, evocando el castigo de Sísifo. Pasa algún tiempo antes de que nos acerquemos a Joel, uno de los repartidores venezolanos, pero incluso cuando lo acompañamos hasta su piso, que comparte con otros repartidores, sigue siendo un desconocido para nosotros, un envoltorio para generar cierta empatía en los espectadores.
Toda la dimensión de la diáspora desaparece en el segundo acto, cuando Rejtman traslada la historia a Caracas en 2022, mostrando a los que se quedaron, al menos por ahora. Las condiciones en las universidades locales son terribles y los estudiantes se reúnen para protestar. Incluso aquí, en un país sacudido por la escasez de alimentos hace solo unos años, las entregas de comida tienen una gran demanda. Una vez más, vemos las mochilas de colores y a los repartidores circulando a toda velocidad por la ciudad, intercaladas con imágenes de la vida cotidiana de los familiares de aquellos emigrados en Argentina.
Al observar prolongados montajes que nos presentan bloques de viviendas, niños en clases de kárate y en la escuela, nos preguntamos si Rejtman empezó a quedarse sin metraje. No hay nada malo en la narrativa observacional (después de todo, el cinema verité solía ser el principal modelo a seguir), pero la ausencia de una trama clara y la distancia con respecto a los personajes hacen que la experiencia resulte a menudo inconexa.
Cuando la mirada del cineasta vuelve a Buenos Aires, las llamadas exageradamente alegres de los expatriados sobre su experiencia en el extranjero contradicen todo lo que acabamos de ver. En ese momento percibimos una narración prometedora que trata de emerger, pero para entonces, la película prácticamente ha terminado.
El repartidor está en camino es una coproducción entre la argentina Un Puma, la portuguesa TerraTreme Filmes y la alemana Pandora Filmproduktion.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.